Difícilmente aquellos que asistieron al primer partido que se celebró en El Alcoraz, un 16 de enero de 1972, se imaginarían que esas gradas crecerían hasta superar las 9.000 localidades. Ahora, 50 años después de aquel SD Huesca-Deportivo Aragón que supuso su inauguración, el estadio se ha convertido en una de las muestras más evidentes del crecimiento de un club que en cinco décadas ha llegado a lo más alto del fútbol español.
50 años de la culminación de un proyecto que nació fruto del empeño del recientemente fallecido José María Mur, entonces presidente del club y gran impulsor de la construcción de un nuevo campo en el que, por fin, asentar al equipo, que militaba en Tercera División.
Tras cuatro años de trabajo y un presupuesto original cercano a los 15 millones de las antiguas pesetas (90.000 euros), El Alcoraz fue una realidad. Con un bautismo muy épico, cogiendo su nombre de la batalla que tuvo lugar en sus inmediaciones en el año 1096 y tras la que la ciudad de Huesca fue anexionada al Reino de Aragón.
Continuas reformas han ido adecuando sus instalaciones hasta adaptarlas a la élite del fútbol español, donde se se sitúa como un estadio moderno y cómodo tanto para los aficionados como para los equipos que lo visitan.
En la temporada 2008-09, tras el ascenso de la SD Huesca a Segunda División, se acometieron reformas importantes de la mano del arquitecto Ignacio Lacarte, que incluyeron la ampliación y reforma de la tribuna central, la edificación de la cubierta en la grada de general, sala vip, palco presidencial, sala de prensa, vestuarios, oficinas y banquillos.