El Valladolid dominó, en ocasiones de forma apabullante, pero fue en vano. El Amorebieta llegó en contadas ocasiones e hizo cuatro goles, que podrían haber sido más. Dos estilos contrapuestos, por parte de dos equipos en las antípodas, y el caos sonrió a los locales.
El Valladolid ha vuelto a perder contra un recién ascendido, y lo ha vuelto a hacer con estrépito, goleado. El equipo de Pacheta volvió a cortocircuitar ante un rival que, al menos sobre el papel, debía ser una salida fácil.
Mucho tendrá que analizar el conjunto blanquivioleta de esta derrota. Pacheta, en vista de lo que se le viene encima (el sábado, contra el Mirandés, y el siguiente sábado, contra el Fuenlabrada), rotó y cambió a la defensa.
Y estos o bien no tuvieron el día, o bien demostraron por qué son suplentes. Fue un desastre, había una falta de entendimiento entre Joaquín, Javi Sánchez y Roberto que se escapaba a la comprensión de todo aquel al que le guste el fútbol.
En consecuencia, el Amorebieta no tardó ni un cuarto de hora en aprovecharse del desconcierto de la zaga rival. En el 12', en la que fue su segunda llegada del partido (la primera fue un centro que Orozko cabeceó fuera).
No hubo un gol bonito más que el cuarto y definitivo. Los tres primeros del Amorebieta y el único del Valladolid fueron jugadas caóticas, de rebotes, de malos despejes, de acciones afortunadas.
Este 1-0 lo convirtió el propio Orozko, al toparse y empujar con la tripa el balón que su propio remate estrelló en el travesaño décimas antes. Podía pensar el Valladolid que fue mala suerte, pero pudo rematar y volver a rematar un balón sin que los centrales se lo impidieran.
El Valladolid solo tardó seis minutos en empatar el partido, y por momentos parecía que podía volver a llevar la voz cantante en este encuentro, pero no fue así. El gol fue, como ya hemos dicho, de los que dan ganas ni de celebrar.
Roque Mesa botó un córner en el 18', Fede San Emeterio lo intentó rematar, pero en su lugar lo prolongó al segundo palo. Ahí estaba Kike Pérez, quien soltó un voleón, una suerte de centro-chut, a ver a quién pegaba y si entraba, y a quien le dio, de lleno en la cabeza, fue a un Fede que se estaba levantando tras caerse durante su anterior intento de remate.
Fue un gol feo, pero gol a fin de cuentas. El problema del Valladolid es que aunque continuó teniendo la posesión del balón, cada vez que llegada el Amorebieta a su área, era para echarse a temblar.
Y en el 29', en otra llegada aislada de los azules, Olaetxea anotó el segundo. Y seis después, el tercero, en un batiburrillo en el área que acabó con tres jugadores del Valladolid por los suelos, con Roberto tirándose para no hacer daño a nadie, y con Unzueta rematando sobre la línea de gol un balón sin tener demasiado claro cómo pudo llegar a él.
Sin comerlo ni beberlo, el Valladolid se encontró 3-1 en contra. El Amorebieta estaba haciendo su partido y lo estaba haciendo perfecto, sacando los colores a un equipo en teoría superior, pero que fue un muñeco en sus manos, sobre todo en defensa.
Apretó el Valladolid en los últimos minutos del primer tiempo, y también tras el descanso, pero no había manera no ya de batir a Saizar, sino siquiera de ponerle en apuros.
Aguantó estoicamente el Amorebieta el chaparrón blanquivioleta (también el meteorológico) durante el segundo tiempo. Se estrelló el Valladolid contra el muro azul, y aunque lo comprimió, aunque metió al Amorebieta en su área, no fue hasta después de encajar el cuarto cuando por fin Saizar tuvo que emplearse.
El Amorebieta seguía haciendo su fútbol, intentando que el Pucela no pudiera jugar a nada. Faltas, interrupciones, pérdidas de tiempo... Todo valía para minar la moral del rival. Y lo hizo perfecto, en su justa medida. El colegiado no mostró ni una amarilla por juego duro, que no fuera por cortar una contra, o por golpear al rival en el salto. Ninguna tampoco por perder tiempo.
Fue un partido casi perfecto del Amorebieta, que con cuatro tiros a puerta hizo cuatro goles. Y lo finiquitó con el cuarto gol, anotado por Larra en el 86', a la contra, tras finalizar un buen pase filtrado con un tiro cruzado, casi sin ángulo, que se coló entre las piernas de Roberto.
El cuarto gol relajó del todo al Amorebieta, y permitió que el Valladolid anotase un segundo gol... que fue anulado por fuera de juego de Cristo.
El Valladolid se vuelve del campo de un recién ascendido con las orejas gachas. La derrota en Burgos inició una pésima racha en la que encadenó tres seguidas. El tiempo dirá si la debacle de Lezama tiene consecuencias tan nefastas o no.
El Amorebieta, por su parte, gana su segundo partido de la temporada, tras el que ganó, también aquí, y también contra pronóstico, al Almería. Tres puntos de oro, ante un rival de los que no son de 'su liga', que sirven a los azules para ganar moral en su estreno en la categoría de plata.