La moral del aficionado del Atlético de Madrid está hecha de bombas, y acostumbrada al efecto de vaivén que supone ser seguidor de este equipo. Aún así, empieza a haber ciera preocupación porque el conjunto rojiblanco empieza a chirriar.
El curso pasado el Atlético lo comenzó con tres victorias seguidas, y pronto se lanzaron las campanas al vuelo. Que si era un arranque calcado al de la 2013-14 (cuando ganó la Liga), que si el año de transición iba a ser sensacional...
Lo que ocurrió después lo conocemos todos. Bien distinto es cómo ha empezado este año, dos jornadas tarde, por haber jugado la final a ocho de Lisboa, pero con un 6-1 que dejó a todos extasiados.
Joao Félix estuvo impecable en ese encuentro, Diego Costa volvió a brillar y Luis Suárez, en solo 20 minutos, hizo un doblete, dio una asistencia y se metió a los 'colchoneros' en el bolsillo.
Pero ese fue el techo, al menos en lo que llevamos de temporada. El Atlético ha encadenado dos empates seguidos desde entonces, sin marcar gol y casi sin tirar a puerta (dos tiros, uno por partido), y se ha ido desinflando.
Suárez ha sido titular en los dos partidos, jugando cada vez más (61 y 70 minutos), pero se le ha secado la pólvora. Joao, que ante la SD Huesca dejó destellos de calidad, quedó totalmente anulado ante el Villarreal.
Solo ha sumado el Atleti cinco de nueve puntos posibles, y se aferra al hecho de que aún no ha perdido, y que mantiene intacta la solidez defensiva (el gol en contra, ante el Granada, llegó con el partido más que resuelto).
El Atleti va partido a partido, pero no puede ir punto a punto si lo que quiere no es ya ganar la Liga, sino meterse en la Champions. El parón de selecciones debería servir a los rojiblancos para resetear y aclarar las ideas.