Menos de tres minutos tardó Kieran Trippier en cargar su cañón y fusilar a Rubén. Una declaración de intenciones a la que reaccionó el guardameta del Celta con una intervención providencial, con la que también quiso advertir a la parroquia rojiblanca.
Arrancó con ímpetu el Atlético de Madrid, queriendo llevar el protagonismo desde el inicio. Sin embargo, el equipo gallego se ordenó con inteligencia sobre el Wanda Metropolitano y confió su suerte a la velocidad de Santi Mina e Iago Aspas al contragolpe.
Merced al paso de los minutos, ambos equipos fueron naturalizando sus roles y los de Simeone cedieron la pelota a un Celta confeccionado para jugarla con Denis Suárez y Rafinha, para encomendarse al vértigo de Diego Costa, Joao Félix y Correa.
Aun así, el Celta de Vigo logró provocar un cortocircuito en la parcela ofensiva visitante, aislando a los atacantes rojiblancos con suma facilidad. Los pupilos del Cholo cayeron en la red tupida por Escribá en la medular, que tejió un plan preciso para desconectar a los locales.
El paso por vestuarios sirvió a Simeone para reordenar sus peones e insuflarle tensión competitiva a unos jugadores que dieron un paso al frente en la reanudación. Otro zapatazo de Koke desde la frontal zarandeó al Celta que, poco a poco, fue dando un paso atrás.
Sin tiempo que perder, el Cholo dio entrada a Vitolo y Thomas; y, minutos después, Morata entró por Joao Félix. El técnico argentino volvió a prescindir del portugués en un momento trascendental, en un intento de emular el movimiento que tan buen resultado le dio ante el Eibar.
No hubo fortuna esta vez y, pese a diversos despistes defensivos de los visitantes, el Atlético de Madrid se quedó sin premio en el Wanda Metropolitano, donde los de Simeone se dejaron otros dos puntos y ya van tres partidos -uno de Champions League- sin conocer la victoria.