Messi está de vuelta. El '10' ha resurgido de unas cenizas que nunca llegaron a serlo. Simplemente, parecía que el pájaro iba a cantar en otra jaula, pero no. Al menos este año, su hábitat seguirá siendo el Camp Nou.
Fue en un escenario más pequeño, el Johan Cruyff, donde el argentino volvió a sonreír como azulgrana. El Barça afrontaba su segundo test tras la victoria ante el Nàstic y el astro no defraudó a los que le esperaban con ansias.
Su aportación se puede resumir en la intervención determinante en los tres goles. En el primero, 'solo' dio el pase previo a la asistencia de Trincao. Pero su movimiento aclaró el ataque y las ideas de los 'culés' en el 21'.
Cuando todo esperaban el típico zurdazo desde la frontal, el '10' amagó y vio por el retrovisor a Trincao. A él fue el balón para engañar a todos y dejar solo al ilusionante refuerzo del cuadro catalán. Este levantó la cabeza y vio solo a un Coutinho que volvió a ver puerta para poner el 1-0. Ya marcó ante el Nàstic.
Por si esto fuese insuficiente para elogiarle, Messi firmó una auténtica obra de arte en el segundo solo un minuto después de hacer volar a Juan Carlos con una magistral falta.
Con la diestra, sí decidió probar suerte a portería en el último minuto del primer tiempo. Aunque eso de suerte, con su talento, es algo anecdótico. Y es que el delantero puso la bola cerca de la escuadra y esta, tras golpear en el palo, besó la red ante la incredulidad de Juan Carlos.
El 'Ave Messi' resurgió, pero no fue el único ave que pió con fuerza en el nido de Koeman. Trincao dejó grandes detalles, ambición y calidad. Esa chispa que quizá le ha faltado al cuadro 'culé' en los últimos tiempos y que solo ha mantenido Leo sobre sus hombros. Además de la asistencia, tuvo presencia y quiso el esférico, al que trató con mucha calidad y exquisitez.
El Girona se mostró valiente pese al resultado. Y tuvo arreones de llegadas y ocasiones que no se convirtieron en gol hasta el segundo tiempo. Eso sí, solo tuvieron que esperar 35 segundos tras el descanso para obtener la recompensa.
Fue Samu Sáiz el que batió a Neto en el primer minuto. Anduvo acertado en el área al definir con acierto por bajo al guardameta azulgrana para darle a su equipo un premio que a nadie extrañó.
Pero la alegría le duró muy poco al Girona. Cinco minutos, los mismos que tardó la fortuna en, ahora sí, ser determinante para el doblete de Messi. El argentino buscó de nuevo su clásico tiro de zurda, pero la bola rebotó en un defensa y despistó a Juan Carlos, que solo pudo ver de reojo como el 3-1 subía al marcador.
Los polluelos de oro tienen hambre
A la hora de partido, ambos entrenadores aprovecharon para refrescar sus equipos. Koeman hizo hasta ocho cambios. Messi, Griezmann, Trincao o Coutinho dejaron sus lugares a Konrad, Braithwaite, Dembélé o Pedri, entre otros. Y el primero y, sobre todo, el canario aprovecharon a la perfección la oportunidad.
El ex de Las Palmas rozó el gol hasta en cuatro ocasiones, pero Suárez, portero que entró en la segunda parte en el Girona, le amargó la noche. Aunque habría sido y debería ser lo de menos. Las ganas, la facilidad de llegada y esa cosa que solo se puede ver y apenas describir brillan en un Pedri que encontró en Konrad a un gran aliado. La potencia del canterano brilló también en los minutos finales.
También dejó algunas pinceladas de su calidad Riqui Puig para unirse al cántico de los otros polluelos. Los polluelos de oro que acabaron el encuentro con la sensación de que, al fin, parece que el relevo generacional puede empezar a darse en el Barcelona. Eso sí, con el sitio reservado en el nido para Leo. Para el 'Ave Messi'.