El Barcelona adelantó los regalos navideños en Cádiz, donde hacía años que no jugaba y de donde se llevó otra derrota avergonzante en una temporada que va camino de ser insulsa. Los locales no habían ganado en casa y el equipo azulgrana, como viene siendo habitual, volvió a fallar fuera de la suya. La cosa tuvo más miga para los 'culés' porque los goles amarillos llegaron después de sendos regalos.
Esperaba el Barcelona que el Cádiz le concediera la posesión y por eso salió a jugar sin demasiada prisa y tensión al Carranza. Pero la tranquilidad pronto tornó en apatía y esta, en displicencia. Koeman tiró por tierra lo logrado en los últimos choques y volvió a apostar por una columna vertebral histórica que ya no funciona. A este Barça le cuesta mucho firmar un partido redondo cuando junta a hombres como Messi, Jordi Alba y Busquets en el once y enseguida quedó claro.
Los azulgranas dominaron de salida, pero sin crear oportunidades. Fue la posesión más estéril que se recuerda. Y en un abrir y cerrar de ojos, a remontar. Dest, tan alegre en ataque como despistado en defensa, literalmente regaló un córner. El Cádiz la templó al área y pudo haber falta sobre Mingueza. El canterano cabeceó sobre su portería y Ter Stegen no pudo hacer el milagro. Álvaro Giménez remachó sobre la línea.
Decepción sin reacción
Era el comienzo soñado por el Cádiz y una nueva pesadilla a domicilio para el Barcelona, algo que los azulgranas ya vivieron en feudos como Mendizorroza o el Coliseum. Y de nuevo, como en aquellos dos choques, las cosas solo fueron a peor.
Quedaba tiempo, pues el 1-0 llegó muy pronto, pero el Barça no supo aprovecharlo. Solo un paradón de Ledesma a Braithwaite rondó el gol además del ya clásico intento de gol olímpico de Messi, al que también reaccionó bien el meta argentino y que se va convirtiendo en demasiado precedible.
El doble cambio del descanso, cantado, no mejoró el Barcelona, aunque el Cádiz no tuvo reparos en dar aún más el balón a los de Koeman y el Barça mandó casi por obligación. El equipo amarillo se llevaría el partido al final con menos del 20% de posesión...
Messi trató de enchufarse en la segunda parte, pero su partido se asemejó más al del Metropolitano que al del Camp Nou ante Osasuna. Y la más clara del comienzo de la segunda parte la tuvo, ver para creer, el Cádiz. Montó en moto Jairo, Lenglet estuvo más que blando y a los de Koeman solo les salvó que nadie acompañaba al interior amarillo para embocar su pase atrás.
Curiosamente, tras este gran susto para el Barça llegó el empate. Messi conectó por fin con Jordi Alba y su intento de centro al área lo desvió hacia su propia portería Alcalá. Quedaba media hora por delante, pero el equipo azulgrana no pudo ni tan siquiera asemejarse un poco al que murió de pie en Vitoria.
Al contrario, el Barcelona rememoró errores como el de Anfield y regaló un gol de la nada. En un saque de banda a favor, casi sin presión del rival, que Jordi Alba le sirvió a Lenglet mal, que el francés no controló y que Ter Stegen estrelló en Negredo. El punta, que se las sabe todas, marcó a portería vacía en una acción casi surrealista.
De nuevo, había tiempo para que el Barça le hubiera dado vuelta, pero el golpe anímico fue letal. Y donde hubo tranquilidad empezó a haber prisa y caos. Además, Ledesma se convirtió en la peor pesadilla de los azulgranas al sacar dos intentos bastante claros de Pjanic y Griezmann.
Claro que no fueron las únicas ocasiones de los últimos compases, ya que Alejo exigió a Ter Stegen en otro contragolpe en el que quedó clara la endeblez defensiva 'culé' y Bobby disparó fuera con la lengua fuera tras recorrerse todo el campo.
Los últimos compases evidenciaron la falta de plan de un Barcelona que terminó sin defensas, con De Jong como extremo y colgando balones de forma inoperante al área y sumido totalmente en el caos. Por suerte, llega la Champions, donde los de Koeman llevan una racha inmaculada, aunque esta se ha edificado sin algunos jugadores intocables. Pero claro, renunciar a ellos en Liga son palabras mayores...