Dos años son muchos sin títulos para un grande como el Barça, acostumbrado a encadenar todo tipo de éxitos en el siglo XXI. Por eso celebraron tanto los azulgranas la Copa del Rey de 2021, en la que el 'Rey de Copas' recuperó su trono en su competición favorita y lo hizo arrasando a un Athletic decepcionante, que pagó en exceso la final perdida hace dos semanas ante la Real Sociedad.
Marcelino, doble verdugo del Barça en sus dos últimas finales, no encontró esta vez la receta del éxito ante los azulgranas. Intentó repetir la fórmula de ambas citas con desastroso resultado. El Athletic, tocado anímicamente, se desmoronó como un castillo de naipes en cuanto encajó el primer gol, que pudo incluso llegar antes.
La Copa de los milagros ya es la trigesimoprimera en las vitrinas de un Barça que, después de todo lo remado, no la podía dejar escapar. De nada hubieran valido los descomunales esfuerzos de Granada o del Camp Nou ante el Sevilla. Koeman festeja su primer título y se gana una continuidad puesta en duda por las idas y venidas del club en una temporada complicadísima.
Cuestión de tiempo
De salida, sorprendió la poca intensidad de un Athletic demasiado centrado en cobijarse cerca de Unai Simón. Otras veces le funcionó, pero el Barça jugaba tan a placer que se plantaba en el área de los 'leones' hasta sin querer. A los cinco minutos, De Jong, que exhibió galones y cuajó un partidazo, se quedó a centímetros del gol con un tiro a la madera que había llegado casi de forma natural.
Era un monólogo, pero los de Marcelino, pese a que dejaron jugar y ni llegaron al 20% de posesión en el descanso, seguían con vida. El plan parecía seguir su curso cuando el Athletic comenzó a crear algo de peligro a balón parado. Así llegó la Supercopa y así quiso el asturiano ganar esta Copa. Un centro de Berenguer lo dejó pasar Williams y lo rozó Íñigo para enviarlo muy cerca de la escuadra. Fue un espejismo.
El Barça empezó a entrar en el juego del Athletic de tan fácil que lo veía. Dos ocasiones no demasiado claras de Messi fueron lo único que los de Koeman se llevaron a la boca en un primer tiempo que comenzó a encumbrar a Piqué atrás. El central comenzó con dudas en relación a su físico y se fue agrandando como su equipo hasta convertirse en uno de los hombres del partido. A Williams, literalmente lo amargó.
El 0-0 al descanso era engañoso y hasta los 'leones' se creyeron que estaban vivos en la final. Eso ya sin Muniain, reemplazado por Marcelino después de que su físico no le dejara nada más que perseguir el balón en 45 minutos. Un desperdicio. La segunda parte puso rápido las cosas en su sitio. Unai Simón evitó el primero de Griezmann en una ocasión tan clara que hubiera condenado al galo en caso de que el Barça no hubiera sido campeón. Apertura de Messi a Dest y centro del norteamericano para el remate a bocajarro del galo contra la pierna de Unai.
No fue la única parada del meta internacional. Ni la más clara. Busquets, tras un rechace en acción a balón parado, voleó en posición franca para hacer el primero, pero de nuevo salvó el portero con la pierna. Antes, Pedri, más discreto que sus compañeros en el centro del campo, había puesto a prueba al arquero con un tiro al primer palo con gran intención.
El Barça, un torbellino
El gol estaba al llegar y lo hizo en un calco de la primera ocasión de Griezmann. Abrió de nuevo Messi, pero centró esta vez un descolgado en la derecha De Jong. A la segunda y de primeras, el galo comenzó a acercar el título a los 'culés'.
El Barça puso el modo apisonadora entonces. En ocho minutos ganaba 0-3 y hacía al Athletic desaparecer definitivamente de la final. De Jong logró el segundo en un centro de Jordi Alba que llevaba a Leo Messi como remitente y que terminó cazando el neerlandés en el área pequeña. Y el propio Messi exigió su cuota de protagonismo con el tercero. Arrancó en el centro del campo como en la final de 2015 y terminó firmando el 0-3 con un pase a la red tras romper antológicamente a Núñez después de recibir de De Jong.
Leo y Frenkie estaban en todas. Pero no fueron los únicos protagonistas de la final. Griezmann y Jordi Alba combinaron y el lateral le dio uno de sus clásicos regalos al argentino. Buscó el primer palo tras el pase atrás Messi y esta vez estuvo algo endeble Unai Simón, quien no termina de despejar las dudas en un partido de altos vuelos.
El galo llegaría a marcar el quinto, que hubiera cerrado el círculo después de la última Copa ganada por el Barça en 2018 ante el Sevilla, pero el VAR lo dejó en solo un quiero por centímetros. Insignificante para un título con el que el equipo azulgrana se quita por fin un peso de encima. Y una Copa 31 muy importante, pues no solo acaba con la sequía, sino que sirve para que la vieja guardia (Messi, Piqué, Busquets...) le enseñe a la nueva hornada (Pedri, Ilaix, Mingueza...) lo que se espera de este equipo. La Copa del cambio de ciclo es 'culé'.