Antes de que la indignación se torne comentario enfurecido, amigo lector, no. No es comparable las locuras hechas remontadas del Real Madrid con la victoria de hoy del Barcelona. Es un simple simil sin ánimo de arrancar agravios comparativos ni ríos de tinta amarga.
Pero, de algún modo, se ha puesto de moda. Se lleva en las últimas semanas eso de resolver los partidos en los últimos minutos y que la Champions League esté por medio. Este sábado, los de Xavi sellaron su presencia en la próxima edición del torneo gracias a un gol de Jordi Alba en el 94'.
Fue curioso que el partido se dividiera en dos fases diferenciadas. En una, las ocasiones se sucedieron y el luminoso ni se inmutó. En otras, no hubo tanto terremoto en las áreas, pero al mínimo seísmo, las tablillas del marcador comenzaron a caer. Por eso podemos hablar de un 0-0 mentiroso al descanso, pero no se puede hablar de injusticia poética por el revolcón de goles (tres) en poco más de un cuarto de hora.
Un 0-0 mentiroso
Es importante remarcar qué 0-0 nos dejó el primer tiempo. Y más, en la Liga Española. No, ni por asomo piense, si no ha visto el partido, que esto tiene algo que ver a esos asustadizos esquemas de otras plazas y tardes y a ese miedo a que pase algo. Todo lo contrario. De hecho, es casi inevitable.
El Betis cuenta con más de una varita en su plantilla. Es muy difícil tener encerrados en un armario la magia de Canales o Fekir, los goles de Borja Iglesias o el oportunismo de Juanmi. Como tampoco van a cambiar las filosofías de Pellegrini o Xavi, los detalles de Memphis, el desequilibrio de Dembélé y la presencia de Ferran Torres. Pero, pese a todo esto, se llegó sin goles al descanso.
El ritmo no pudo ser más atractivo. Tras el pasillo con el que el Barça reconoció el título copero del Betis, y en un Villamarín que también ayuda a espantar el ceroacerismo, Juanmi apenas tardó seis minutos en provocar el primer "¡uy!" en la grada. Le ganó a Dani Alves la carrera por la izquierda y la mandó fuera cuando intentó picarla con la zurda.
Dembélé sintió celos del bético y arrancó también su moto. Por la derecha, dejó varias internadas en las que el peligro fue el dominador común. En la primera, se metió hasta la cocina por la derecha, apuró línea de fondo y centró al área. Bravo se estiró para despejar y la bola dio en Pezzella para ir en dirección a la portería bética. El central reaccionó y despejó justo a tiempo.
Los porteros tardaron poco en mancharse los guantes. El chileno se lesionó en esa ocasión anterior y Rui Silva le sustituyó. El portugués, tras un blocaje de Neto a remate de Pezzella, se lució al rozar con los dedos un potente cabezazo de Araujo y mandar la bola al larguero. Las maderas también se unieron a la mentira del 0-0, ya que el Betis, antes de la media hora, también se topó con ella. Guido, desde la frontal, soltó un zapatazo al palo más alejado que repelió el poste.
Seguía el ida y vuelta sobre el verde del Villamarín con el paso de los minutos. Rui Silva volvió a aparecer para negarle el gol a Memphis. El neerlandés intentó abrir la lata con un derechazo que buscaba el palo largo desde la frontal, pero se estiró a la perfección el meta para mandar la bola a córner.
Ansu y la prisa del gol
Nadie esperaba un partido distinto en la segunda parte. Y nadie se sorprendió. La ambición siguió siendo algo en común entre locales y visitantes, aunque ninguno escapaba a la mezcla entre conformismo y cansancio que les pudo seducir en algún momento del partido, si bien el Barça parecía no querer saber nada de firmas de empate.
Arrancó bien el cuadro catalán y Dembélé tuvo un disparo al lateral de la red en el que pudo decidir mejor, pero pronto el Betis aceleró para vivir sus mejores minutos del partido. El contragolpe le dio más de una alegría a los verdiblancos y así llegaron dos grandes sustos. El primero lo apagó Araujo ante Juanmi y el segundo, Neto ante el mismo protagonista. Especial mención hay que hacer a la intervención del portero, que salvó un gol tras un remate a bocajarro del delantero malagueño.
Pronto se igualaron de nuevo las llegadas. Juanmi, que se fue quedando sin gasolina, intentó tirar con más fe que fuerza para que blocase el meta azulgrana, mientras que Aubameyang, que entró en la segunda mitad, disparó alto con un remate de primeras en el área tras un buen servicio de Dembélé.
En el minuto 74, Xavi dio entrada a un Ansu Fati que pareció meterle prisa al gol. Entró en el 74' y estaba celebrando su tanto en el 76'. No hay pruebas, pero tampoco dudas de que el '10' tiene una relación ya no tan secreta con el gol. La fortuna le sonrió, pero los elegidos se llevan sonrisas hasta en los duelos más sentidos. Recibió en el área el '10', controló y le pegó con la derecha, algo mordido, para mandar la bola, que pareció rozar en un defensa, al palo derecho de Rui Silva.
El Betis, hasta entonces ya en cierta decaída, acusaba la larga temporada y el bajón de tensión que se experimenta cuando se logra un objetivo. Sin embargo, el gol espoleó a un equipo que ya ha demostrado que a reacción, corazón y ambición, pocos le ganan. Tres minutos después del tanto de Ansu, llegó el 1-1. Marc Bartra conectó un perfecto cabezazo tras el saque de falta de Fekir desde la izquierda. Neto llegó a tocar el esférico, pero este, pegadito al palo, se coló en la meta azulgrana.
Intentó aprovechar la inercia un equipo que calcó la jugada poco después y casi calca el resultado. Pezzella remató de nuevo un saque de esquina y la pelota se fue muy cerca del palo derecho de Neto. Tras este intercambio de golpes, las aguas parecían volver a calmarse, aunque un partido así suele requerir una guinda a la altura con la que culminar el banquete. Y llegaría el gol de Jordi Alba en el 94'. En la última jugada del partido.
Es cierto que el Barcelona pareció guardar alguna reserva de combustible para una recta final que, aun más tras el acelerón para empatar, le costó afrontar a los de Pellegrini. Pero el chileno ya veía un punto en el zurrón, aunque este alejaba de casi igual forma un poquito más el sueño de la Champions, cuando el final fue cruel con los suyos.
Jordi Alba firmó una volea que fue la llave de su equipo para la Champions. Un gol sobre la bocina para una alegría relacionada con la 'Orejona'. Seguro que a más de uno le suena. Pues esa fue la forma en la que el Barça de Xavi se reencontró con una mejor versión, venció en un escenario de altura y se aseguró que, por los menos durante la última parte de este 2022, la Europa League no será más que una pesadilla del pasado.