Hace tan solo un año estábamos disfrutando del Mundial Femenino de Francia, un campeonato que abrió la puerta al mundo del fútbol femenino y permitió ofrecer mayor visibilidad al deporte practicado por las mujeres.
Pero, sin lugar a dudas, la imagen de la Copa del Mundo la protagonizaron Magdalena Eriksson y su pareja Pernille Harder, cuando se fundieron en un cálido e histórico beso que dio la vuelta al mundo. Ahora, ese beso es un icono del movimiento LGTBI en todo el planeta.
Las jugadoras internacionales de Suecia y Dinamarca, sin ser conscientes de ello, se convirtieron en el símbolo más reconocido del Mundial, mientras se saludaban de forma cariñosa y espontánea, esa que da una relación en pareja de más de siete años.
En unas declaraciones concedidas a la página web oficial de la FIFA, Harder recordó: "Cuando miré, tenía 3.000 seguidores más en Instagram. Todo fue inesperado. No sabía que había un fotógrafo allí, así que ni siquiera sabía que existía la foto. Y luego, la reacción fue sencillamente increíble. Fue bueno constatar lo masivas y positivas que fueron las reacciones, y cuántos comentarios agradables hubo de todas partes del mundo".
Pese a que no buscaban ningún protagonismo, un fotógrafo inmortalizó el momento y la imagen se hizo viral en apenas unas horas. Sin pretenderlo, el beso de Eriksson y Harder se tornó en símbolo de igualdad y libertad, valores que todavía se echan mucho en falta en el fútbol en pleno siglo XXI.