El fútbol no se cansa de repetirlo y hay equipos que aún no se enteran. El Bologna, en el primer encuentro de este domingo, se relajó en exceso y se dejó empatar por un Lecce que impide el ascenso de su rival a la 4ª plaza de la Serie A.
Todo lo reseñable ocurrió en la segunda mitad. Los visitantes, que habían sufrido en ciertas fases del primer periodo, se adelantaron en el minuto 68 gracias a un golazo de falta de Lykogiannis. El griego, que apenas llevaba 10 minutos en el campo, superó la barrera con un dulce toque con la izquierda y, desde la frontal, mandó la pelota a la escuadra izquierda de Falcone.
Precisamente, sería el portero del Lecce el gran protagonista del partido. Pero primero, el Bologna lo permitió. Con los locales volcados, falló varias ocasiones claras. El propio Lykogiannis, Ndoye y Ferguson desperdiciaron ocasiones que, en el primer nivel, son goles en un alto porcentaje de las ocasiones. Un remate a placer desde el perfil izquierdo, un mano a mano y, sobre todo, el rechace de este, con el portero en el suelo, acabaron en nada para desesperación de un equipo que acabó pagándolo.
Con el tiempo ya cumplido, una segunda jugada tras un córner acabó en penalti sobre Falcone. El portero del Lecce subió a la desesperada y fue a rematar una dejada de cabeza de un compañero, que parecía en fuera de juego. De hecho, eso señaló el árbitro en primera instancia, pero el error del juez de línea validó un poco comprensible agarrón de Calafiori al guardameta. Tras acudir al monitor por el aviso del VAR, se señaló una pena máxima que transformó Piccoli en el minuto 100.