El más influyente de ellos fue Vladimir Putin, que el 14 de julio de 2016 concedió por decreto presidencial la ciudadanía al versátil defensor brasileño.
Rusia tenía urgencia en formar su selección y Mario Fernandes, como es conocido el nacido hace 27 años en el municipio industrial de Sao Caetano do Sul, próximo a Sao Paulo, era uno de los objetivos extranjeros para reforzar el equipo.
Un año, once meses y 21 días se habrán cumplido desde que se tornó ruso este sábado, cuando su selección y la de Croacia se midan en el estadio Olímpico Fisht, en Sochi, por el paso a las semifinales del Mundial.
Tal ha sido la influencia del hábil jugador de 1,89 metros, inusual para un lateral, que compareció a la rueda de prensa en compañía del seleccionador Stanislav Cherchésov.
El ex jugador del Gremio de Porto Alegre rema contra lo obvio pues, a pesar del talento con el que nació el 19 de septiembre de 1990, se ha dado el lujo de flirtear desde muy niño con el alcohol y los placeres de la noche, de perderse una convocatoria de la Selección Brasileña en un partido ante Argentina y, como si fuera poco, de preferir jugar por la Selección Rusa.
Mario Fernandes, que hace seis años estuvo en la órbita del Real Madrid, llegó entonces al CSKA a cambio de 15 millones y en la primera temporada celebró las conquistas de Liga, Copa y Supercopa.
Al obtener el pasaporte ruso por la vía urgente ya hace casi dos años, el brasileño llegó a ser considerado traidor en su tierra. Hoy casi no lo recuerdan. Es el brasileño que Putin 'obligó' a ser ruso.