El Manchester United no disputará la próxima edición de la Champions y puede que tampoco logre optar a la Europa League. En la jornada 36 de la Premier, con la victoria por obligación en su visita al Brighton & Hove Albion, los de Ralf Rangnick salieron escaldados, goleados y puestos en evidencia.
Como consecuencia, los 'red devils' quedan a cinco puntos del Arsenal, que ocupa la cuarta plaza, y tan solo les queda su encuentro con el Crystal Palace, así que es matemáticamente imposible luchar por la 'Orejona' en la 22-23. Y lo peor es que esto sucedió después de una derrota totalmente merecida.
Puede parecer esto un análisis morboso aprovechando la mala racha por la que pasan los representantes de Old Trafford, pero la realidad es que los 'seagulls' hicieron lo que quisieron con ellos. Lejos de tratarse el 4-0 final de uno fruto de la gran efectividad de los vencedores, lo fue de un soliloquio, de un gobierno claro del partido.
Ya desde los primeros compases, eran los de Graham Potter los que profundizaban, los que se mostraban sólidos atrás, los que combinaban con fluidez en la zona de tres cuartos para revolver la defensa contraria y los que mordían arriba. Conforme el cronómetro avanzaba, crecían las dudas en el United, cuyos hinchas podían pensar, en un principio, que tan solo se trataba de un mal arranque. Nada más lejos de la realidad.
A los 15 minutos, Moisés Caicedo aprovechó el rechace de un disparo de Gross para recoger el cuero en la frontal y batir a David de Gea con un disparo ajustado. El tanto fue el premio a un cuarto de hora inicial de un solo color y aspiraba a espabilar a los 'red devils', que ni siquiera viéndose por detrás en el marcador lograron mejorar.
El mal trabajo de los de Rangnick residió en el sinsentido. En el sinsentido atrás, donde la falta de orden generó constantes grietas para los 'seagulls', y en el sinsentido arriba, donde no solo no era posible colarse en la línea defensiva, sino que daba la sensación de que el equipo no era capaz de pasar de tres cuartos de campo.
Esto enjauló a Cristiano Ronaldo en la intrascendencia. El portugués, a lo largo de la mayoría del partido, fue tan solo un testigo más del derrumbe del United. Sí que trató de aparecer bien entrada la segunda mitad, cuando el empate ya era imposible, y se vio eclipsado por un Cavani que, habiendo entrado en el descanso, al menos obligó a Robert Sánchez a firmar un paradón ante un testarazo muy cercano.
El cancerbero que sorprendió en una de las últimas listas de Luis Enrique para la Selección Española se erigió en otro de los motivos del holgado triunfo del Brighton. Estuvo soberbio en los compases finales, único hábitat en el que los 'red devils' consiguieron amenazarle, no solo reaccionando a disparos, sino atrapando los centros con los que sus contrincantes buscaban a Cavani y a Cristiano.
Pero, aunque Robert Sánchez sacara un notable, sus compañeros en ataque se ganaron el sobresaliente. Marc Cucurella, en el 49', remató sin complicaciones un balón raso que le sirvieron en el área con un misil a la escuadra del primer palo de De Gea. Rompió a llorar después de dedicar su tanto frente a las cámaras. No veía puerta desde el 25 de enero de 2021.
Sus compañeros Gross y Trossard terminaron de decorar el luminoso en cuestión de tres minutos, entre el 57 y el 60. El primero se fue de Varane en el área y obró el 3-0 con un chut raso a palo cruzado. El segundo, inteligente, persiguió una vaselina de Moisés Caicedo que Dalot despejó sobre la línea, que rebotó en su cuerpo y que se alojó en el fondo de las mallas.
El 4-0, bien cimentado y justificado, no se movió y confirmó no un mal día del Manchester United, sino uno pésimo que pide a gritos la llegada de Erik ten Hag para comenzar una nueva etapa en la campaña 22-23. Lo más amargo, que el marcador podría haber sido más abultado. Y lo peor, que la Champions League ya está fuera de todo alcance.