Cádiz y Barcelona empataron en un choque indescifrable, con una parte para el olvido y 20 últimos minutos vibrantes, plenos de ocasiones para ambos conjuntos y con el sello de locura que Koeman ha convertido en imprescindible para el éxito de los 'culés'.
Muchos esperaban un partido arrollador del Barça después de lo del Granada el lunes, pero a este equipo no le da para más. O al menos ha quedado claro que no con este técnico. El conjunto azulgrana regaló un primer tiempo insulso, en el que solo hubo un tiro a puerta y había más miedo al error en los jugadores que ganas de deslumbrar y hacer pagar los platos rotos al Cádiz.
A los de Álvaro Cervera les bastó con muy poco para combatir un fútbol cero vertical y muy previsible, a una distancia sideral del practicado por el Barça hace apenas un lustro. No hubo ocasiones cadistas tampoco, ya que los amarillos maduraban su plan de esperar al segundo tiempo para desnivelar el choque.
El Barça aburrió, Luuk de Jong volvió a cuajar un encuentro deplorable y el miedo atenazó a hombres como Demir, sustituido al descanso por Sergi Roberto, o Gavi, héroe con una asistencia ante el Granada y más preocupado de no perder balones que de conectar con los delanteros.
El descaro de Depay despertó al Barça tras el descanso, no sin que antes Negredo hubiera imaginado un golazo que se topó con la manopla de Ter Stegen cerca de la escuadra. El neerlandés es de lo poco de este Barça que hubiera tenido hueco en la época de vacas gordas.
Memphis envió al limbo el único movimiento peligroso de su compatriota Luuk de Jong en todo el partido al no lograr conectar y luego vio cómo Ledesma desviaba a córner un tiro en el que los de Koeman ya imaginaban el 0-1.
La roja a De Jong, clave
Tampoco es que el ritmo del partido fuera frenético en los segundos 45 minutos. Todo quedó congelado hasta el final. El Cádiz vio opciones de repetir lo de la pasada campaña tras la roja a Frenkie de Jong a 25 minutos del final. El ex del Ajax primero le soltó el codo a un rival y luego entró con temeridad al Pacha Espino en una acción excesivamente rigurosa en la que aun así tocó el balón.
No renunció a la victoria pese a estar con diez un Koeman que sabía que se la jugaba en el Nuevo Mirandilla y el Barça, en el mismo estado de locura colectiva con el que intentó remontar al Granada, fue mejor equipo que en los primeros 45 minutos. Los azulgranas empezaron a comprender que habían tirado una parte demasiado tarde y se quedaron sin minutos para ganar.
La entrada de Coutinho mejoró a Luuk de Jong y no se notó en exceso que los 'culés' jugaban con uno menos. Pero el Cádiz, con mucha más fe y un estado anímico mucho más limpio, fue el que tuvo el triunfo más cerca antes del loco final. Ter Stegen salvó un mano a mano a Salvi y, en el rechace, Sobrino la envió directamente fuera a puerta vacía a menos de diez minutos del final.
El tiempo añadido fue eléctrico. Coutinho tiró fuera una falta, Memphis no se atrevió a rematar un centro desde la derecha y el propio Depay envió al limbo una subida a lo Beckenbauer de Piqué con todo a favor en el 94'. Pero no fue todo, Araujo salvó una intentona clara del Cádiz y Alarcón tuvo una última ocasión tras la traca final, después de que Busquets cortara una acción peligrosa del Cádiz enviando un segundo balón a la zona de acción. Koeman, que vio la roja, podría recibir una dura sanción y quién sabe si quizás no vuelva a dirigir más este equipo. Una cosa son las palabras que la directiva hace públicas y otra la sensación de agonía que él y su equipo transmiten en el campo.