Este Osasuna huele a hospital. El equipo navarro puso intensidad en Balaídos, pero en este fútbol de hoy, y lejos de casa, no suele bastar para puntuar. Y no bastó. Ni siquiera con un Celta que pensaba claramente en la Europa League y puso un once más que alternativo.
Fue madurando el partido el Celta, jugueteando con la necesidad y la ansiedad de un Osasuna que pese a incomodar al rival, no fue capaz de aprovechar las pocas ocasiones de las que dispuso.
Tampoco permitió mucho, pero la diferencia de dinamita era evidente. Rossi inventó al borde del área y Pione Sisto fusiló a Sirigu para poner el 1-0 en el marcador. El gol dejó muy tocado a Osasuna, que tuvo suerte de marcharse con mínima diferencia al descanso.
Les sentó bien el parón porque salieron de vestuarios lanzados y con ganas de empatar, pero Sergio León no tuvo su día. El mosqueo tras el cambio evidenció sus sensaciones durante el partido. A este Osasuna no le sale nada.
Berizzo no quiso problemas y tiró de los seguros que se había dejado en el banquillo. Jozabed anotó el segundo, su primero como jugador del Celta, tras un buen cabezazo, y Aspas se inventó una nueva vaselina para sentenciar a un equipo hundido y que se ve virtualmente en Segunda.