El Celta conquistó el Camp Nou y despidió al Barça definitivamente de sus ya escasas opciones de ganar el título. Hubiera dado igual que los 'culés' ganaran tras los triunfos de Atlético y Real Madrid, pero la forma de despedirse cuenta mucho y más en un club como el azulgrana.
El Barça echó el cierre a una temporada en casa paupérrima, que le podría costar el puesto a Koeman. Demasiados puntos volaron del coliseo azulgrana, un templo seguro para los azulgranas en las últimas temporadas y un festín para los visitantes con el neerlandés.
Los de Coudet no necesitaron ni un partido de altos vuelos para imponerse. Con solo seis suplentes -y uno lesionado en el calentamiento- le bastó al Celta para remontar a un Barcelona sin ángel, que enseguida hizo patente el escaso interés que tenía en el choque tras lo ocurrido en sus últimas jornadas.
A los de Koeman se les escapó el tren ante el Granada y, en cierta medida, el choque ante los vigueses tuvo hasta ciertos vestigios de aquel. El Celta, sabedor de las bajas y del estado físico de sus mejores hombres, jugó al contragolpe. No necesitó pasar del centro del campo más allá de un par de veces en todo el partido para ganar, lo que acentuó los problemas defensivos de un Barça sin rumbo.
Messi puso el 1-0 de cabeza y el dominio 'culé' era absoluto. Las ocasiones, no tan claras. Iván Villar ni tuvo que hacer un partidazo, aunque estuvo a buen nivel como sus compañeros. Como últimamente, todo en el Barça lo hacía Leo. Y también como durante toda la temporada, el equipo azulgrana estuvo más que débil en área propia. El tiro de Santi Mina en el 1-1 se coló por el centro y es que ni Ter Stegen ha estado a la altura a lo largo de toda la Liga.
Koeman por fin le dio descanso a un quemado Pedri en el entretiempo, pero Riqui Puig, pese a su voluntad, no aportó nada especial. Sí lo hizo Dembélé, de nuevo 'castigado' en el carril derecho para que Griezmann jugara centrado y prácticamente no hiciera nada de nada. Otra constante durante gran parte de la temporada para el ex rojiblanco. Seguro que le duele ver cómo su ex equipo tiene ahora el título a tiro.
Sería mentir decir que el Barcelona no mereció ganar el partido, aunque ni los momentáneos empates de Bilbao y Madrid le motivaran en exceso. Araujo perdonó un cabezazo a puerta vacía y Braithwaite, sustituto de Griezmann, envió un pase de la muerte directamente fuera de forma inexplicable, con Iván Villar batido.
El triunfo vigués se precipitó desde la expulsión a Lenglet por un entradón sin sentido a Kevin. Como en el choque de Vigo, el galo no acabó el partido y tampoco jugará más con el Barça en esta penosa campaña. Quedó una vez más señalado, sobre todo cuando Santi Mina aprovechó un centro-chut de Solari al larguero para volear a la red demasiado solo el 1-2 definitivo.
Al Barça ya solo le quedó entonces agarrarse a la dignidad de Messi, que tuvo el empate en el último minuto del añadido. De nuevo, un desempeño escaso de los azulgranas, con decisiones y cambios censurables desde el banquillo. Tras todo lo hablado durante la semana, este desangelado 1-2 podría ser el último partido de Koeman en casa al frente del equipo. Aunque haya devuelto los títulos a 'can Barça', puede que no le sirva para seguir cumpliendo su sueño.