El Celtic no dio lugar a la sorpresa y dejó atrás al Clyde en los octavos de final de la Copa Escocesa. El resultado, de 0-3, dejó bien claro que los visitantes fueron superiores a pesar de tener que desenvolverse lejos de su feudo. Sus rivales fueron a remolque todo el duelo.
Los primeros compases fueron bastante igualados, lo que dice bastante de la garra del conjunto que acabó siendo derrotado. En cuanto los 'bhoys' metieron una marcha más, poco tardaron en bombardear la portería rival con infinidad de centros y disparos.
De tanto llegar, la diana no se hizo esperar. Ntcham fue el encargado de materializarla: recortó hacia su izquierda y chutó con efecto para mandar la pelota al fondo de las mallas. Fue un mazazo para sus contrincantes, que, hasta el momento, estaban centrados en defenderse.
Estos trataron de mantener la calma y volvieron a replegarse. Había que parar la sangría y buscar oportunidades a la contra, pero ni por esas. La única llegada peligrosa de la que dispusieron la cortó sin mayores problemas Chris Jullen con una buena acción defensiva.
Scott Brown les recordó quiénes eran los que estaban dos categorías por encima firmando el 0-2. Desde muy cerca del meta rival, fusiló y no dio opción alguna a la reacción. La diana se dio poco antes del descanso, lo que le facilitó la charla a Neil Lennon.
El Celtic se centró en la segunda mitad en anestesiar el enfrentamiento. Manejo de la pelota y pasividad fueron sus armas para solo atacar cuando era necesario. Sus rivales se desesperaban y, como en el primer acto, solo llegaron en una ocasión -Scott Bain atrapó el centro resultante-.
Se acabó imponiendo la realidad y Bayo puso el 0-3, mejorando así el sabor de boca de los suyos después de un partido que les salió a pedir de boca. Tuvieron la sartén por el mango, sofocaron todos los conatos de incendio y pasaron a cuartos de final.