Hay que acostumbrarse. Por muchas similitudes que haya con el 'rally' de 'Clásicos' de 2011, estos partidos ya no son los mismos que marcaban desde el banquillo Guardiola y Mourinho y desde el campo Messi y Cristiano Ronaldo. Reservado el argentino, el Barcelona intentó crear peligro al Real Madrid con lo que buenamente pudo, pero no le dio. Tampoco a los blancos, que vivieron abrazados al fútbol descarado aunque impreciso de Vinicius y soñaron siempre con un segundo gol que nunca llegó.
A diferencia del 'Clásico' liguero, al Barça le costó asimilar la suplencia de Messi. Solari planteó una presión adelantada que pudo ser suicida pero salió bien. Busquets era un manojo de nervios y Vinicius encontró tremendas facilidades desde los primeros instantes por una banda derecha azulgrana que fue una autopista en la primera mitad.
Tras los fuegos de artificio de Kroos -salvó Ter Stegen-, pronto se pasó a la acción. Se durmió Semedo, no llegó a tiempo Piqué y el centro pasado de Vinicius se lo comió Jordi Alba. Benzema, en estado de gracia, ganó la línea de fondo y puso un pase de la muerte que Lucas no desaprovechó ante un dormido Lenglet. Demasiados errores en una zaga que estuvo más cómoda en campo rival que en su área, a excepción de un inconmensurable Piqué.
La rapidez del gol -llegó en el minuto seis- llenó de dudas al Barça. No estaba Messi, como contra el Valencia, para comandar la reacción. Hasta el minuto 20 no tuvieron Valverde y los suyos la primera. Llegó en una acción en la que Keylor Navas le ganó el mano a mano a Malcom que fue anulada de manera injusta por fuera de juego.
Malcom lidera
Para entonces, los blancos ya habían dispuesto de hasta tres ocasiones para agitar aún más la eliminatoria, pero Vinicius continuaba con sus imprecisiones y Piqué se multiplicaba para tapar los errores inexplicables de Rakitic y Busquets.
La ocasión de Malcom hizo crecer al Barça y al propio brasileño, que pronto le pondría un excelente balón a Piqué a balón parado que no fue el 1-1 de milagro. Vistas las debilidades que ofrecía un desconocido Marcelo por su banda, el equipo azulgrana volcó su juego ofensivo por la zona y a Malcom, desatado, ya sólo le lograban detener con patadas.
En una de tantas faltasa recibidas, el ex del Girondins repitió y Rakitic afinó un poco más la puntería que el central catalán, aunque no lo suficiente como para establecer la igualada. Su cabezazo se estrelló en el larguero.
La tercera y última de las ocasiones de la primera parte vendría de nuevo por la banda de Malcom. Pisó área sin vigilancia y cedió a Luis Suárez, que buscó una rosca casi imposible con la zurda. Apareció Keylor Navas para salvar el tanto con una buena mano, aunque dio la sensación de que al uruguayo le faltó ajustar un poco más el tiro. Con Messi hubiera sido otra cosa.
Messi y el miedo
El descanso no calmó la ansiedad de un Camp Nou que seguía soñando con la entrada de Messi. Para colmo, las pérdidas de Busquets en el centro del campo se reproducían y el Barcelona no encontraba fluidez para pisar el área blanca y sobre todo para hacerlo con claridad de ideas.
Fue el Real Madrid, que se echó atrás demasiado en busca del contragolpe, quien dio alas al Barça. Los 'culés' empezaron a amasar la posesión y enseguida avisarían con un disparo de Coutinho que sería el prólogo del tanto del empate.
El 1-1 llegó justo por la banda contraria a la que el Barcelona estaba explotando de manera constante. Lenglet encontró a Jordi Alba, que le ganó la espalda a Carvajal, y el rechace de Keylor Navas ante el lateral no lo pudo culminar Luis Suárez, que se topó con la madera. Malcom, omnipresente en cada ataque azulgrana, aprovecharía el rechace para anotar a portería vacía y devolver la igualada al electrónico.
Valverde trató de aprovechar el subidón para meter a Messi y jugar con el factor anímico, pero el argentino ni estuvo al 100% ni pudo ser decisivo ante una de sus víctimas favoritas. Su sola presencia amilanó al Madrid al principio, pero lo cierto es que en la última media hora el gol estuvo más cerca del conjunto 'merengue' que del azulgrana, sobre todo en un par de acciones de un Bale que también demostró que no esta fino.
El miedo se apoderó de ambos al final y, en vista del duro mes que ambos tienen por delante, decidieron posponer al encuentro de vuelta la resolución de la eliminatoria.
Nada que ver con aquella tormenta de 'Clásicos' que Barça y Madrid vivieron como si del último partido se tratara hace ya ocho años. Claro que Valverde y Solari no son Guardiola y Mourinho. Y, por supuesto, Messi y Cristiano tampoco son Malcom y Vinicius.