En el fútbol hay una mínima y esa no es otra que el gol. Si no logras ver puerta, no ganas. Es así de simple. Tanto el América como Atlas tuvieron varias oportunidades para ponerse por delante en el marcador, pero el 0-0 inicial se mantuvo hasta el pitido final.
Las 'Águilas' fueron las 'particulares vencedoras' del partido. Jugaron de tú a tú a su rival y, a pesar de que sufrieron en los últimos instantes, el balance global fue para el conjunto de Fernando Ortiz.
Sin embargo, una vez más, les volvió a faltar el gol. Román y Roger Martínez formaron una dupla fantástica arriba. Congenieron y buscaron espacios de forma constantes, pero la puntería la tenían desviada.
Layún también se presentó como un puñal por su banda. Centros constantes al área que, en la mayoría de las ocasiones, quedaron en nada. Pero como suele pasar a veces en esto del fútbol, la más clara fue para el rival.
Ozziel Herrera se aprovechó de un error de la zaga y tras recuperar el esférico en el área, disparó a puerta. Con la mala fortuna de que la pelota golpeó en el palo y se acabó perdiendo por línea de fondo.
La segunda mitad mostró un bajón generalizado de ambos conjuntos. Las ocasiones del América seguían llegando, pero las fuerzas, y sobre todo el poco rodaje y ritmo de competición, comenzó a hacer mella.
Diego Valdés tuvo en sus botas el 1-0 tras un mano a mano ante Camilo Vargas. Pero el guardameta, que no es novato en esto, se anticipó con gran rapidez y achicó los espacios de la portería con maestría.
Los dos entrenadores movieron el banquillo en busca de soluciones, aunque no fue precisamente eso lo que encontraron. Ambos conjuntos durmieron el juego y hasta la propia grada pidió algo más de 'gracia'.
Superado el minuto 80, llegó el gran momento para Atlas. El América ya no quería saber nada de la portería rival y decidió dejar correr el reloj. Algo que a punto estuvo de salirle mal, ya que Quiñones tuvo, por partida doble, el gol en sus botas.
Primero en el 85' y tras un error en la salida del balón de la defensa. Más tarde, en el 89', donde tuvo que hacer una aparición majestuosa Ochoa para así evitar que la balanza se desequilibrase.
Con el pitido final se llegó al término de un duelo que, sobre el papel, auguró más de lo que realmente se vio sobre el terreno de juego.