Los fichajes invernales acostumbran a ser parches que aporten al equipo un rendimiento inmediato o cubran una gran necesidad de la plantilla.
Pero en el caso de Barça y Real Madrid, sus refuerzos del mes de enero están distando mucho de pertenecer a cualquiera de estas dos vertientes.
Y es que Jeison Murillo, Kevin-Prince Boateng y Brahim Díaz parecen, hasta el momento, condenados al ostracismo en el banquillo de los dos grandes de LaLiga.
El central colombiano llegó al Camp Nou para paliar las numerosas bajas en la zaga azulgrana, azotada por una plaga de lesiones más que preocupante.
Sin embargo, la presencia del 'cafetero' ha sido puramente testimonial y la parroquia azulgrana aún recuerda su nefasto estreno ante el Levante en Copa del Rey.
Tampoco ha tenido mucha más suerte el atacante ghanés, que aterrizó en la Ciudad Condal contra todo pronóstico procedente del Sassuolo.
Su llegada, después de barajarse numerosos nombres, pilló a contrapié a una afición que, tras verle en acción en un par de duelos ante Sevilla y Valladolid, se sigue preguntando el motivo de su contratación.
Por su lado, el fichaje de Brahim Díaz por el Real Madrid respondía más a un plan de futuro que del presente más inmediato, aunque su actual situación es algo extraña.
El joven futbolista salió del City por la falta de unos minutos de los que tampoco está disponiendo en el club de Concha Espina. Y no parece que la cosa vaya a mejorar.
La fase decisiva de la temporada se avecina y Santiago Solari seguramente apueste por sus hombres de confianza antes que andarse con experimentos.
Tres jugadores muy distintos pero a los que el mercado de invierno y su poca participación en los transatlánticos del fútbol española ha unido. Habrá que ver si en algún momento alguno de esta terna logra separarse de los otros dos.