Aunque los campeonatos los ganan los equipos, hay momentos puntuales en los que los jugadores aparecen. Para desbloquear partidos o dinámicas. Y este apunta a ser el gran desafío del talento belga.
El Madrid no está. Naufragó en París, bordeó el ridículo ante el Brujas. Y la consecuencia fue una clasificación para octavos más empinada de lo esperado al conocer el grupo. El tropiezo en Mallorca, que dejó a los blancos sin liderato, no ha ayudado a configurar el mejor de los ambientes previos.
Luka Modric y Gareth Bale están lesionados. Aun con ellos en el campo, para la cita del martes se esperaría lo mejor de Hazard, cuyo gran repertorio, el que sí muestra con Bélgica, está por ver todavía.
La lesión justo antes de arrancar LaLiga le supuso un frenazo en seco. Volvió y poco a poco intentó coger sensaciones. Y cuando se esperaba que su tanto ante el Granada supusiera el descorchar de la botella, su paternidad le dejó sin viaje a Palma.
Allí se echó de menos más capacidad en ataque para hacer daño. Ya de vuelta en la expedición, el madridismo confía en que lleve la batuta para derrotar a un Galatasaray que no es el de antaño y que mantiene la duda de Falcao, pero que nunca deja de crear un infierno en torno a sus rivales.
Más de un mes después y tras haber pagado de partida 100 millones por él, Zidane echa de menos una personalidad magnética en ataque que lidere y contagie a los demás.
Y aunque varias veces ha dejado claro que consciente de todo lo que se espera de él, Hazard tiene en Estambul el primer gran momento para demostrar que puede ser ese 'galáctico' al que aspira a ser.