De una familia humilde, Nández tuvo la oportunidad de destacar muy joven para ganarse la oportunidad en Defensor Sporting. Aunque le querían, decidió volver a casa, como aseguró su padre Alfredo en 2018 a 'El Observador'. Semanas después le llegó la opción de marcharse a las categorías inferiores de Peñarol.
Sin ni siquiera cumplir 18, el uruguayo se aventuró en una nueva etapa para la que no creía estar preparado. "A veces su mamá me decía que si no se me caía una lágrima. Yo le decía: 'No vayas a llamarlo porque se quiere venir'. Le hablé y le dije que es una carrera linda. Si le gustaba el fútbol, debía decir", recordaba su padre.
Nández lo pasó realmente mal en sus primeros meses en Peñarol tan alejado de los suyos, algo a lo que no estaba acostumbrado. Se trata de un giro complicado en la vida de un chico tan joven. Un caso similar al que le ocurrió a Andrés Iniesta, por ejemplo, u otros muchos jóvenes que inician sus carreras en grandes equipos. El manchego, en varias entrevistas, recordó lo mal que lo había pasado para tomar la firme decisión de seguir en La Masia del Barça cuando todavía era un adolescente. Y Nández también siguió adelante.
Comenzó en el equipo de Cuarta de Peñarol. En la temporada 2013-14 y ante la falta de efectivos en el primer equipo, el centrocampista dio el salto al fútbol profesional. Tres temporadas después, en 2017, recibió la llamada de Boca Juniors.
Tras labrarse un nombre en el 'Xeneize' le ha llegado la llamada de Europa. En verano, el Cagliari apostó por él, viendo también su rendimiento en la Selección Uruguaya. Garra y sacrificio incansable del charrúa.
Con 23 años y tras unos inicios duros, Nández ya disfruta de la etapa más feliz de su carrera deportiva... y con un futuro prometedor por delante. En este inicio de campaña ya ha jugado nueve encuentros, siete de ellos como titular.