Fueron muchos los grandes clubes de Europa que intentaron hacerse con Eriksen, entre ellos el Real Madrid. El Inter acabó pagando unos 20 millones de euros por un jugador que ha probado más el banquillo que el césped.
Conte no ha terminado de confiar en él y hasta el parón solo jugó 348 minutos, que es traducen en ocho partidos y solo tres como titular. Los datos no invitan a la celebración, sobre todo por ser un jugador que aterrizó en Milán tras ser una pieza clave en la Premier y en el Tottenham.
La temporada de Eriksen será para olvidar y tendrá que pensar en la siguiente para ganarse un puesto y aportar todo lo que se esperaba de él. Lo peor es que la pandemia no ha hecho más que empeorar su situación.
Eriksen estaba viviendo en un hotel de Lombardía cuando tuvo que hacer las maletas porque la crisis sanitaria obligó a cerrar el hotel, así que el Inter trató de buscarle un lugar para pasar el confinamiento.
Eriksen pudo irse a casa de Lukaku y finalmente optó por vivir en la ciudad deportiva del club italiano junto a otros empleados."Terminé quedándome en el centro del club con un chef y cinco miembros del personal que optaron por ponerse en cuarentena para proteger a sus familias", contó en 'The Sun'.
El danés no eligió ir a vivir con sus compañeros porque no quería molestar a sus familias, además de que no quería dormir más de dos semanas en un sofá.
Por si fuera poco, hasta la policía paró a Eriksen y el jugador tuvo que dar explicaciones. Una patrulla me detuvo en Milán. Con mi mal italiano tuve que explicar lo que iba a hacer y mostrar los documentos", contó en una entrevista al periódico danés 'Jyllands-Posten'.