El efecto mariposa es un principio de la teoría del caos que asegura que cualquier acto en el espacio tiempo llega de la mano de una consecuencia. Acción y reacción. Lo que hubo en Salzburgo.
Hubo igualdad sobre el césped, pero el partido estuvo marcado por detalles que lo condicionaron todo, sobre todo el marcador... y con él, la eliminatoria.
Todo comenzó en un inicio de partido trepidante. Mucho en juego, casi igualdad en el global por el 2-2 de la ida y respeto. No hubo miedo en ningún bando y salieron a buscar el gol, que se encontró pronto.
La primera acción reacción llegó de la cabeza de Oyarzábal y terminó con un disparo de Lainer. Un minuto de diferencia entre el remate al larguero del vasco y el gol del austríaco. Un susto que desencadenó un gol.
Hubo tiempo para la diversión del espectador en la primera mitad. La Real empató cerca de la media hora con un cabezazo de Raúl Navas y todo quedó abierto a expensas de lo que ofreciera la segunda mitad.
La culminación del efecto mariposa
El gol del central de la Real Sociedad no empujó al equipo a venirse arriba y acabó siendo dominado en el segundo acto. Eso sí, no dio nunca señal de rendición y siguió luchando hasta que llegó la segunda acción-reacción.
Con su doble amarilla, Raúl Navas, que llevó a sus compañeros a soñar en la primera mitad, dejó a su equipo a expensas del destino, cruel en este caso, que acabó costándole la eliminación.
Sólo dos minutos después, entre el caos que crecía segundo a segundo en la Real, llegó el segundo del Salzburgo y lo hizo desde los once metros. Berisha puso el 2-1 que arrancó de cuajo las esperanzas 'txuri-urdines'.
Hubo tiempo para que Bautista intentara sorprender a Alexander cuando el choque agonizaba, pero el destino ya estaba escrito. El Salzburgo estará en octavos y a la Real sólo le quedará centrarse en LaLiga.