El fútbol es un deporte de dinámicas. De estar en la cuerda floja Mendilibar a sumar, ante el Sevilla y el Celta, dos equipos a priori superiores, seis puntos para poder sacar la cabeza y respirar.
Está en el lado opuesto el Celta, que solo ha sumado dos de los últimos 15 puntos posibles. Tiene un problema un Escribá que aún no ha dado con la tecla de una plantilla con mucha calidad en la parcela ofensiva pero con lagunas en defensa.
Tuvo que esperar Ipurua a la segunda mitad para celebrar los goles. Como ante el Sevilla pero con la portería a cero, Mendilibar activó a su equipo en el descanso para conseguir una nueva victoria.
Después de una primera parte entretenida a partes iguales, con ambos conjuntos llegando con peligro a las porterías contrarias, las ocasiones claras llegaron en la segunda mitad del encuentro.
Marcó tres goles el Eibar, aunque solo dos subieron el marcador. Edu Expósito llegó este verano al Eibar para ser importante y lo fue en Ipurua. Se sacó de la chistera el centrocampista una vaselina a Rubén Blanco cuando el portero estaba a apenas un metro de la línea de gol.
Inui, el hijo pródigo que todavía no ha encontrado su punto tras un año intermitente, celebró su primer gol en Ipurua, pero una mano previa de De Blasis en el inicio de la jugada invalidó una acción en la que tuvo que intervenir el VAR.
El Celta, noqueado, no pudo aprovechar la cresta de la ola tras el gol anulado y fue el Eibar el que se repuso rápidamente para dar la última estocada por medio de Orellana a un cuadro celeste que volvió a naufragar en tierras ajenas. Ni siquiera Aspas, negado cara al gol, pudo aprovechar un penalti a lo 'panenka' en el añadido.
Le sobró la última media hora al Celta. Un juguete roto en las manos de un Eibar que, crecido, quiso brindarle un nuevo gol a Ipurua. Pudo hacerlo, pero acabó mostrando piedad ante un cuadro gallego que debe mejorar atrás y combinar en la parcela ofensiva.