Girona y Las Palmas escenificaron un empate en el que ocurrió todo lo que se veía venir que iba a ocurrir. Cuando un equipo llegó más, acabó marcando. Cuando su rival peleó por empatar, empató. Y, cuando daba la sensación de que a ambos se les hacía tarde para ganar, se les hizo.
Y no por falta de intentos. Los dos tuvieron oportunidades claras para hacerse con los puntos en el tramo final. Un disparo al larguero de Loiodice, que desplegó calidad durante todo el duelo y puso a prueba bastante a Juan Carlos, una clara que falló Sylla, un gol suyo anulado y un tiro cruzado de Jonathan afuera, las más destacables.
Esto ocurrió cuando el partido ya estaba igualado. En un principio, el ritmo fue bastante lento y a los dos bandos les costaba mucho llegar con peligro. Los de Pepe Mel eran más profundos, sobre todo por los puñales que fueron Benito Ramírez -fue de más a menos- y Rober -se mantuvo más regular-.
El problema era que tenían que buscarse la vida entre ellos, con las subidas constantes de Álvaro Lemos y Jonathan o con los disparos desde la frontal de Loiodice. Iemmello no aparecía y tuvo que hacer de rematador Sergio Ruiz justo antes del descanso para abrir la lata ante un pase raso de Rober.
Parecía que la pausa le iba a venir de perlas a Las Palmas para reordenarse, pero le vino al Girona. Lo que se esperaba era un arreón en búsqueda del empate y así fue hasta que Bernardo lo encontró en un centro a la olla de Samu Sáiz que dirigió a la red de Vallés -que hizo antes varias paradas-. No era ni la primera ni la segunda vez que los catalanes colgaban balones al área y la pasividad de Aythami, Espiau y Sergio Ruiz facilitó el testarazo.
Merece un aparte Bernardo y también Samu Sáiz para mencionar su gran actuación. El '2' fue capital atrás -aunque acabó expulsado-, realizó muchas intercepciones con Ramalho como esencial pareja de baile y, al igual que Sergio Ruiz hizo el trabajo de Iemmello, él hizo el de Bustos, que no gozó de mucha presencia. El '10', siempre habilidoso, siempre molesto para sus rivales, no dejó de surtir pelotas hasta que alguna sirviera.
El punto no sabe a mucho para ninguno de los dos equipos. Los de Francisco García llegaban con ganas de redimirse tras su despiste de última hora contra el Zaragoza y los amarillos querían salirse de la mediocridad en la que se habían bañado en las últimas jornadas. Al final, ni lo uno ni lo otro.