No, no es la típica batallita de abuelo que recuerda una juventud que fue mejor. La suya es una historia real, aunque de la que desafortunadamente no posee muchos recuerdos físicos.
En su interior sí que guarda como oro en paño las historias de las noches que pasó con los Dustin Hoffman, Liza Minelli o los Rolling Stones, y de los partidos al lado de Cruyff y Pelé, algo de lo que prácticamente nadie puede presumir.
"Ellos venían a nuestros partidos, nosotros a sus estrenos... Y luego nos juntábamos en las fiestas", reconoce Formoso en una entrevista con 'La Región'. Habla, ni más ni menos, que de la Warner Bros, con quien recuerda que el club poseía un acuerdo.
"Nueva York en los setenta era algo impresionante. Otro mundo", añade, antes de advertir al público de que las anécdotas son coto privado y es mejor que el lector imagine lo que pudo pasar.
Formoso dejó Galicia con apenas 15 años. Admite, sin pudor, que prácticamente aprendió a hablar gallego en los Estados Unidos. Y es que los emigrantes de su región en las Américas se contaban por millares...
"Las dos primeras personas que conocí allí eran dos chicos. Los vi con un balón, me acerqué prudentemente hablando en inglés y resulta que eran paisanos de Ourense", rememora entre risas.
Al poco tiempo, decidió que tenía que dedicarse al fútbol, no sin antes haber 'coqueteado' con el ejército. "En cuanto vi a varios soldados subiendo una colina con una mochila llena de piedras supe que el fútbol era lo mío", explica.
Tras un paso por la Universidad de Pennsylvania, el fútbol le tenía reservado un hueco en la historia en el Cosmos de Pelé y Cruyff. "Me fui de gira con ellos y a los cinco días me ficharon. La gran atracción era Pelé. Y es que se puede decir que todos corríamos para que él pudiera hacer su fútbol. Salíamos a cenar, tomábamos algo... unos momentos muy especiales e inolvidables", detalla.
"Él ganaba en un partido lo mismo que yo en todo el año. Yo corría y él iba al banco con el cheque", insiste entre risas. Un jugador que fue internacional con Estados Unidos, al poseer la doble nacionalidad, y que tuvo galones hasta para 'enfrentarse' al seleccionador. "Jugamos en Haití contra Canadá y se equivocó al elegir el equipo. Al volver, en una limusina y con una botella de ron, hablando, le dije lo que tenía que decirle. Y reconozco que me pasé", añade.
Tras su retirada, pasó a ser taxista, aunque la alta peligrosidad de la profesión -mataban un taxista cada semana- le obligó a cambiar de profesión y pronto se convirtió en conductor privado.
Un cambio que ha sabido adaptar a la actualidad, cuando se ha pasado a Uber y ya es uno más de los miles de conductores privados que a través de esta empresa ejercen de 'taxistas' en Nueva York.
Un adelantado a su tiempo que también lo supo ser en el fútbol y una persona que no ha renegado de sus raíces con el paso de los años, hasta el punto de que su vida ha sido llevada a la gran pantalla recientemente.