Para todos el Milan es un grande. Siempre lo fue. Ahora vive de las rentas pasadas, pero su deambular por la mediocridad futbolística de estos años no ha sido suficiente para bajarle de la primera línea europea.
Deportivamente, hay que remontarse casi seis años atrás para encontrar al último gran Milan. Fue el de la temporada 2012-13, cuando los 'rossoneri' aún jugaban Champions e incluso llegaron a poner contra las cuerdas al Barça con un 2-0 en la ida de octavos, aunque finalmente hubo remontada azulgrana (4-0) en el Camp Nou.
Ahí hacía apenas dos meses que Emanuelson había hecho las maletas en forma de cesión. Se fue de un equipo que acabaría tercero en la Serie A, clasificándose por última vez para la máxima competición continental hasta la fecha. Su destino, el Fulham. Dar un paso atrás en lo colectivo para encontrar su mejor nivel (y más protagonismo) en lo personal.
Sin embargo, pasar de coincidir con los Ibrahimovic, Boateng, Gattuso o Seedorf de años anteriores a integrar un equipo modesto de la Premier no le trajo demasiada gloria. Regresó al Milan, pero un año más tarde abandonó, esta vez para siempre, el equipo italiano. Y no sería un periplo fácil para Emanuelson.
Roma, Atalanta, Hellas Verona y Sheffield fueron viendo pasar al polivalente futbolista con más pena que gloria... hasta que decidió regresar a casa. La Eredivisie volvía a recibir al jugador seis años después de abandonar el Ajax. Esta vez, llegaría a un equipo más modesto: el Utrecht.
La felicidad parecía esperar al zurdo en su Holanda natal. Jugó 39 partidos en su primera temporada y, ahora, a sus 32 años, ya suma tres goles y más de 1.200 minutos este curso en 16 encuentros. Su equipo se mide al Feyenoord en Copa, un rival siempre exigente y ante el que podría revivir sus grandes noches de gloria.