Riquelme y aquel fatídico penalti son historia. Las semifinales perdidas de Copa de la UEFA y Europa League son ya agua pasada. El Villarreal se quitó de encima todos sus fantasmas continentales y alcanzó su primera gran final europea tras deshacerse del Arsenal en el Emirates Stadium en un duelo que comenzó con poderío y acabó con un sufrimiento agónico.
Consciente de que encerrarse podía ser un suicidio, el Villareal salió dispuesto a asumir las riendas del duelo. Y lo hizo de manera excelente. La primera media hora solo tuvo colo amarillo y, aunque sin generar grandes ocasionas más allá de un disparo de Chukwueze, el equipo de Unai Emery borró del partido a un Arsenal que sufría ante la presión alta del cuadro 'groguet'.
Los pupilos de Mikel Arteta no despertaron hasta que en el minuto 26 Aubameyang, en la acción más clara del primer tiempo, estrelló un balón en el palo con un buen remate de diestra. Esa acción y la inmediata lesión de Chukwueze equilibraron la balanza en el tramo final del primer tiempo.
Tras el descanso, el Arsenal salió con otra mentalidad y durante los primeros compases de la reanudación incomodó muchísimo al Villarreal y rozó en diversas ocasiones el 1-0 con ocasiones claras de Pépé y Smith-Rowe. Gerard Moreno y Yéremy Pino replicaron las mismas, pero el tan ansiado gol como visitante no llegaba.
Ello auguraba un gran sufrimiento cuando el duelo se encaminaba a sus 20 últimos minutos. El miedo a perder y el cansancio comenzó a atenazar al cuadro castellonense, que cedía cada vez más terreno ante el empuje de un cuadro 'gunner' que introdujo a Lacazette a falta de 15 minutos para dejar claro lo que estaba por venir.
Holding, con dos remates de cabeza, metió el miedo en el cuerpo, aunque sus remates no encontraron la portería de Rulli. A poco más de diez minutos de la conclusión, Aubameyang, en su última acción sobre el césped, mandó un certero cabezazo a una madera que se alió con el equipo de Unai Emery,
Los minutos finales, con un Héctor Bellerín incansable, fueron un auténtico infierno, pero la fe, el esfuerzo y el trabajo del Villarreal tuvieron finalmente como recompensa el pase a una final de la Europa League que ya forma parte de la historia del club.
Ahora, Emery y sus pupilos se medirán en Gdansk al Manchester United con un doble objetivo: tocar plata y, de esta manera, ganarse un preciado billete a la próxima edición de la Champions League.