Las fases de grupos son el cuento de nunca acabar para Argentina de un tiempo a esta parte. Apenas superado el agónico trago que fue superar a Catar en la última jornada de la Copa América, se cumple un año de su equivalente mundialista.
Pongámonos en situación. Argentina se enfrentaba a Nigeria en la última jornada del Grupo D. Las 'Súper Águilas' tenían tres puntos, la 'Albiceleste', uno. Debía ganar, pero, además, hacerlo por un gol más de diferencia que Islandia, si los nórdicos lograban doblegar a Croacia, claro.
Las cosas comenzaron bien para los sudamericanos. Messi adelantó a Argentina en el 14', pero Moses igualó, de penalti, en el 51'. Mientras tanto, en Rostov, Islandia y Croacia empataban a un gol.
Y entonces llegó el minuto de la euforia. El minuto 86. El minuto en el que Marcos Rojo anotaba el gol de la victoria que metía a Argentina en los octavos de final de Rusia 2018. La alegría fue plena cuando en el 90' se conoció el 1-2 para Croacia que confirmaba la clasificación argentina.
La nación entera estalló de júbilo. Messi perdió los papeles celebrando el gol con su autor. Sampaoli lo festejó en la banda como si de un título se tratase. Maradona... Bueno, lo del '10' fue caso aparte.
26 de junio de 2019
Para eso ha quedado la otrora todopoderosa Argentina. Para celebrar clasificaciones casi milagrosas, como la de Brasil 2019. Argentina, con un plantel envidiable tanto en el Mundial como en la Copa América, se ha atascado, y ha sufrido para superar una fase de grupos que debería haber transitado sin problemas.
Un año después, Argentina sigue igual. Hace un año se celebraba el pase a octavos en Rusia, hoy se celebra la clasificación a cuartos en Brasil.
Argentina no merece esto, merece mucho más, pero nadie parece ser capaz de lograr reconducir la deriva que ha tomado este equipo tras perder tres finales consecutivas.