Daba igual el resultado para que volviera a competir con los mejores uno de los históricos recientes de la competición. Pero fue el equipo de Jokanovic el que triunfó, en un Wembley a reventar, para vivir un día maravilloso.
El choque tuvo más emoción y tensión que fútbol. De hecho, el Fulham aguantó en pie con su 0-1 pese a quedarse con diez hombres a los 70 minutos. Odoi tuvo una desconexión y, en una entrada fuera de lugar, pateó el costado de Graelish (fue segunda amarilla).
Hasta seis cartulinas llegaron a verse, sobre todo en una segunda mitad en la que los villanos intentaron, sin éxito, enjugar el tanto del Fulham. Llevaron la iniciativa, pero echaron en falta más puntería.
Con el campo a reventar en un la final a partido único, los mejores hombres de Jokanovic, Sessgenon y Cairney, se asociaron para hacer el único gol de la tarde.
El lateral, pretendido ya por bastantes grandes, dibujó una asistencia perfecta a la espalda de los centrales que su compañero definió muy bien con la zurda al segundo palo.
La roja y la lesión de Johansen trajeron problemas a los londinenses, pero supieron defender bien su renta hasta el minuto 95 para descorchar la alegría del ascenso cuatro años después.