De todas las dolencias, las mentales siempre han sido las más maltratadas. Las más ignoradas. Porque un brazo roto es bien visible, pero una depresión no tiene unas consecuencias físicas directas que evidencien la dolencia.
Por suerte eso está cambiando. Poco a poco la sociedad va aceptando que la salud mental también ha de ser cuidada y tratada, y que quienes la sufren no han de ser apartados o recluidos. Han de ser integrados.
El Stenhousemuir FC escocés, que juega en la League One, el tercer nivel, se ha convertido en un claro referente de esto. No es de extrañar, sin embargo, que haya sido en Escocia donde más conciencia se empiece a tener al respecto de la salud mental.
En Escocia, una de cada tres personas sufre algún tipo de enfermedad mental. Un tercio de la población del país, una verdadera barbaridad. Por eso es importante esta iniciativa. Porque no es ninguna broma.
Nadie está a salvo. El futbolista Leith Griffiths, jugador del Celtic, pidió al club a principios de año una excedencia. No podía más. No era su cuerpo, era su mente la que había dicho 'basta'.
El citado club ya era famoso por su labor social. Como buen club deportivo de arraigo británico, es el punto de integración y unión de la comunidad. Es donde los chavales aprenden a jugar en equipo, a que son todos iguales.
Y ahora, el Stenhousemuir ha puesto en marcha un proyecto que ha sido premiado por su indudable labor social. Se trata de su Grupo de Salud Mental.
8 de noviembre de 2018
Utiliza el fútbol como terapia, y el club lleva cinco años comprometido con el programa. Incluso a costa de sacrificar el primer equipo para mantener vivo el programa. El Stenhousemuir bajó a la League Two, pero el programa siguió.
El fútbol puede ser muy ingrato, y no son pocos los muchachos que, por la presión de querer ser estrellas (o de ver como otros quieren que lo sean), han acabado detestando el juego con 16-18 años.
Pero en ocasiones el fútbol puede ser la salvación. Este programa pionero es prueba de ello.