No es una norma general, pero sí es común que lo simple acabe imponiéndose a lo complejo. Anoeta, en medio de un diluvio, midió en su césped a un equipo que llegó desde Getafe con la convicción de llevarse los tres puntos fuera como fuera y a una Real con ganas de reafirmarse, pero que volvió caer en sus pecados capitales.
Por un lado, la paciencia de un Getafe que salió a dejarse llevar y a forzar a los 'txuri-urdines'. Casi sin hacer oposición, y sólo aumentando la presión conforme el marcador iba engordando, los de Bordalás se vieron cómodos en el sufrimiento al que le sometía la Real.
Tanto fue así que los locales se adelantaron tras dos avisos serios y un lanzamiento al palo. Willian José, cerca de la primera media hora, mandó a las redes un cabezazo a centro de Zubeldia. Potencia y colocación que no influyó para nada en el planteamiento del Getafe.
Reavivar la llama
De hecho, el equipo 'azulón' comenzó a verse mejor con el paso de los minutos, como si el gol les hubiera despertado la necesidad de inclinarse al ataque. Tenían mucho menos el balón, pero aprovechaban cada posesión con subidas por la banda para poner en jaque la defensa 'txuri-urdin'.
En una de estas llegadas ocurrió el 1-1. Lo hizo Djene, cabeceando un córner con decisión justo antes del descanso. Gol en el momento psicológico. La Real, con muchos más argumentos, se fue al descanso con igualdad en el marcador.
Prisa contra tranquilidad
Los locales siguieron sumando argumentos, pero a la misma vez sufrían la prisa con la que empujaba una grada un tanto impaciente que quiere volver a ver a su equipo en el lugar que le corresponde. El 1-1 reinaba en el marcador, pero poco a poco todo se ponían en contra de la Real.
El ocaso 'txuri-urdin' llegó con el 1-2, fruto de un misilazo de Ángel Rodríguez a la escuadra de Moyá. A partir de ahí, los tres puntos empezaron a sonreirle al Getafe. La prisa afectó a una Real a la que le faltaba puntería desde el inicio del partido y todo fue a peor.
Asediaron los locales en los últimos compases al Getafe, pero este supo sufrir y dormir el partido a su antojo para llevarse a Madrid unos tres puntos que le permiten todavía, aunque se antoje difícil, soñar con Europa.