En la primera jornada del campeonato ya había dado muestras de flaquear. Contra Suecia levantó una situación de infarto en el minuto 95. Y frente a Corea volvió a mostrar impotencia. Aunque cada vez estaba más claro que los de Löw no estaban bien, el tanto sueco mandaba una alerta planetaria. Que quedó confirmada para un despropósito sin precedentes.
Porque ese gol de Ausgustinsson suponía, en ese momento, y con los resultados que había en ambos estadios, que la vigente campeonaba acababa tercera de su grupo.
La acción fue algo atropellada. El centro al corazón del área lo golpeó fatal Calesson, si bien tuvo la suerte de que el cuero fuera al segundo palo para que el lateral sueco, que pasaba por allí, conectara una volea con la zurda que superó a Ochoa, pese a que llegó a tocarla.
Ese tanto, además, ponía a los jugadores nórdicos como primeros de grupo contra todo pronóstico, pues Corea del Sur mantenía el 0-0 en el electrónico.
La suerte para los aztecas era que seguían clasificándose pese a perder, aunque como segundos y a la espera de que los germanos no vencieran a los coreanos.
Luego llegarían un par de tantos más de Suecia, que no tuvieron más incidencia por la continuidad del empate sin goles en el otro campo.
Hasta que Corea, con los de Löw volcados, se adelantó en los minutos finales y redondeó la sorpresa en el tiempo añadido. Para afear más aún el fracaso, pues dejó a Alemania como última de grupo.