Anton Tinnerholm centró un balón al punto de penalti, para que Guillermo Molins lo rematara a puerta, casi solo, sin oposición. Pero el balón iba un poco pasado, demasiado atrás para rematar cómodamente... Y tiró de repertorio el futbolista sueco, aunque de ascendencia uruguaya.
Ante la imposibilidad de rematar de una manera ortodoxa, Molins enganchó el balón con la espuela, engañando a Rauschenberg y batiendo a un Hedvall que nada pudo hacer por detener el disparo.
Era el segundo gol de Molins esa tarde, y el encuentro terminó 3-0 a favor del Malmö.