¿Quién se creía que un 2-0 era un seguro? En el Granada, nadie. Y en el Nápoles, tampoco. Lo del Diego Armando Maradona fue la batalla de su vida para el equipo de Diego Martínez, que acabó con cuatro jugadores lesionados y achicando agua por todas partes. Su capacidad de resistencia es admirable.
Por el camino se quedaron Darwin Machis, Maxime Gonalons, Carlos Neva y Germán. Este último, encima con la tercera amarilla, así que se pierde los octavos. El primero cayó en el calentamiento y en su lugar entró Antonio Puertas en el once. Los demás, en el transcurso de un partido de absoluta locura.
Es cierto que el marcador nunca llevó un peligro real porque ese gol fuera de casa era un seguro, una bendición, un milagro. Pero la sensación de agobio, más en un escenario como este, siempre estuvo presente. El Granada nunca llegó a destensarse, pero sí gestionó los minutos con una inteligencia mayúscula.
Y no era fácil, porque la premisa era no encajar pronto y eso fue justo lo que hizo. A los tres minutos de partido, Yan Eteki regaló un balón imperdonable en la medular y Zielinski echó a correr. A la defensa le entró el miedo, porque reculó, reculó y reculó hasta que el polaco pisó área y la puso a la base del poste, allá donde no llegó Rui Silva.
Ahí el Nápoles comenzó a imponer un ritmo infernal que seguía el guion ideal para los de Gennaro Gattuso. Politano e Insigne cargaban la portería nazarí, pero el Granada resistía, encontraba a Kenedy y empezaba a relajarse con el balón. Una muestra de la madurez que le acompañó durante los 97 minutos (y alguno más con el añadido de la primera parte) de partido.
Tras retomar el mando, el Granada se lo creyó y encontró el premio. En el 25', Kenedy se fue por dentro, abrió para Foulquier y el lateral puso un centro genial para el cabezazo tremendo de Ángel Montoro. Voló Meret, pero no le fue suficiente para prever la rosca del balón. Celebración por todo lo alto del conjunto rojiblanco, que sabía muy bien lo que eso significaba.
Caían las víctimas y Rui Silva, héroe
Ese gol tuvo la clave de todo. Mientras sus jugadores iban cayendo como moscas, el Nápoles buscaba el segundo para creer. Justo antes del descanso se rompían Gonalons y Carlos Neva y Rui Silva salvaba. Le tocaría hacerlo varias veces en un partido que se hizo eterno. Siete minutos se añadieron a la primera parte, otros siete a la segunda. A la vuelta, tras apenas dos o tres defensas, también se marchaba Germán.
A la vuelta, Rui Silva le daba una vida extra al Granada, la enésima, sacándole un pie brutal a Elmas en el área pequeña. Aun así, Fabián metía el 2-1 a la hora de partido tras un buen pase de Insigne y con media hora por delante, tocaba rezar y buscar argumentos de debajo de las piedras. Fue un monólogo del Nápoles, pero el otro fútbol aparecía de vez en cuando para arañar minutos como fuera.
El bombardeo comenzó. Mertens entró para ir a por todo y el belga respondía entrando por todos los frentes del ataque, como '9' o con balón. La tensión ya se cortaba con cuchillo, un gol parecía que desembocaría otro y la eliminación del Granada, que apenas hacía intervenir a Meret en un par de acercamientos.
Pero corrían los minutos y el equipo de Gattuso seguía necesitando dos goles para pasar. Disparos de Insigne, Bakayoko metía un gol que se anuló por falta sobre Víctor Díaz, cabezazos de Mertens... Al Nápoles le pasaban los minutos volando; al Granada, a paso de tortuga. Ya en la prolongación, que sabía a prórroga, Rui Silva volaba por última vez para negarle a Ghoulam el 3-1 con seis minutos por delante para soñar.
Ahí se ahogó el último grito de Gattuso, el último empujón del Nápoles y el último instante de Europa para el San Paolo, ahora Diego Armando Maradona, en esta temporada. Ahí comenzaba el siguiente reto del Granada, que el viernes conocerá a su próximo rival. Veremos con cuántas bajas lo afrontará, porque el parte de guerra da para un rato de lectura.