Cuando parece que este Granada de Diego Martínez ha tocado el cielo, va y demuestra que es capaz de ensanchar sus límites para seguir dando inmensas alegrías a la afición del Nuevo Los Cármenes, que, a pesar de estar vacío por el coronavirus, se olió ese ambiente de los últimos tiempos.
La empresa de este domingo no era nada sencilla. Tras vencer por 2-0 al Athletic y 0-4 al Teuta albanés en Europa League, Diego Martínez apostó por un esquema similar y la mayoría de los mismos jugadores. Le da igual, tienen una forma física inconmensurable.
Enfrente, un Alavés necesitado de puntos, no de sensaciones, ya que estas no fueron negativas tras perder frente al Betis en el estreno liguero. Las de Granada tampoco lo fueron, pero la realidad es que la aventura de Pablo Machín en Vitoria, con cero puntos en su haber, no ha podido empezar peor.
Arrancó como un tren de mercancías el Granada, que avasalló al 'Glorioso' en una primera mitad que, incomprensiblemente por los méritos nazaríes, terminó 1-1. La historia comenzó bien para el equipo local, que se adelantó por medio de Soldado tras una carrera en la que dejó en tremenda evidencia la lentitud de Rodrigo Ely.
Machís hizo hervir con su electricidad el área de Pacheco. No sabía el Alavés cómo parar las continuas acometidas de un Granada liderado por el nuevo cerebro de Diego Martínez: don Luis Milla, un futbolista que se está erigiendo en uno de los magos de esta Primera División. Espectacular su nivel y su conexión con el resto de compañeros.
Sin embargo, el Alavés tiene pólvora, y mucha: en el 22', un zurriagazo de Joselu a balón parado sorprendió a Rui Silva y se convirtió en el empate. Inesperado por todos, pero que levantó enormemente la moral de los de Machín.
Al descanso, no obstante, el cuadro vitoriano se había salvado de sendas grandes oportunidades por obra de Yangel Herrera, Luis Milla y Machís. El Granada perdonó, al igual que lo haría en el segundo tiempo el Alavés en la acción más importante del encuentro.
Tras el carrusel de cambios y un segundo tiempo mucho más igualado -en parte, por la reacción de Machín-, llegó el minuto de la locura: el 75'. Édgar tuvo en un remate a bocajarro el 1-2, que hubiera cambiado por completo el devenir del choque. Rui Silva paró y envió al larguero. Se pidió penalti del luso, pero el contacto fue totalmente involuntario.
A los tres minutos, un error en la marca de Duarte precedió al gol de Machís, que tuvo que rematar en segunda instancia tras la primera y grandísima intervención de Pacheco. De lo que pudo ser... a lo que acabó siendo. El Granada se acabó llevando una victoria que le afianza en el liderato y el Alavés tendrá que seguir mejorando.