Aterrizó en la Bundesliga de la mano del Bayer Leverkusen y, aunque tardó en hacerse un hueco, Vidal disputó el 84,4% de los minutos de su primera temporada en Alemania. Asimismo, el chileno jugó 31 y 33 jornadas de las 34 que tiene el campeonato alemán los dos siguientes cursos.
Henchido de confianza, Vidal llegó a Turín, donde mantuvo su rendimiento durante las cuatro temporadas que estuvo. El chileno no bajó del 70% de los minutos disputados, agrandando su leyenda en escenarios como el Santiago Bernabéu.
Sin embargo, desde que se autoproclamara el mejor del mundo en su posición en 2014, el protagonismo de Vidal ha ido decreciendo. En su regreso a Alemania con el Bayern de Múnich, su presencia fue menguando con el paso de las temporadas hasta disputar el 50% de los minutos de su último curso en la Bundesliga.
En pleno declive, el Barcelona consideró una buena oportunidad de mercado incorporar al chileno por 19 millones de euros. Además, el propio centrocampista consideró el Camp Nou el escenario ideal para tratar de relanzar su carrera.
Nada más lejos de la realidad. Vidal apenas ha disputado el 17,7% de los minutos, dejando mucho que desear con sus actuaciones tanto dentro como fuera del campo. Si bien dio una asistencia a Messi ante el Girona, el chileno fue sustituido nada más comenzar el segundo tiempo en sus dos únicas titularidades.
Entretanto, Arturo Vidal ha mantenido siempre su carácter díscolo, sembrando problemas allá por donde militó. Si ya en 2007 se peleó junto a otros compañeros con un policía por caer en el Mundial Sub 20 de Canadá, el historial del chileno suma más líos que títulos.
A lo largo de su carrera, sus problemas con el alcohol le hiceron progatonista de numerosos epidosos bochornosos como el 'Puertoordazo', cuando le encontraron bebido por pasar a cuartos de la Copa América; o en 2001, en el famoso 'Bautizazo', cuando acabó sancionado 20 partidos por acudir en pésimas condiciones al entrenamiento con Jara, Carmona, Beausejour y Valdivia.
Ya en octubre de 2013, Vidal perdió el vuelo para regresar a Italia por la fiesta de clasificación para el Mundial de Brasil y Conte le multó y le tuvo tres partidos en el banquillo. Años después, estrelló su Ferrari y, tras negar en primera instancia estar borracho, reconoció su error y tuvo que hacer trabajos para la comunidad.
Hasta aterrizar en Barcelona, el chileno no dudó en enzarzarse con su ex compañero Kimmich, acusar al Madrid de 'robarle' en Champions y enfrentarse a Claudio Bravo, capitán de la 'Roja'. Aunque nadie duda de su despligue físico sobre el campo, su carácter pone en tela de juicio la necesidad de su fichaje.