"Si Dios hubiera querido que jugáramos al fútbol en las nubes, habría puesto hierba ahí arriba". Si Clough (1935-2004) se equivocó con esta sentencia dicha durante su etapa en el Hartlepools United, tengan por seguro que él estará dirigiendo al campeón celestial de la 'Copa Firmamento'.
Con 29 años y una media de casi un gol por partido, el delantero estrella del Sunderland conoció el infierno. Clough, en el mejor momento de su carrera como futbolista, fue empujado hacia la retirada por una rotura de ligamentos. Trayectoria fracturada y herida profunda en uno de los mayores egos de la historia del fútbol. Como solución, una venda en forma de banquillo... y a esperar que el corte pasara a ser cicatriz.
Brian colgó las botas y agarró la pizarra. Estudió el fútbol desde el área técnica de la mano de George Hardwick, quien fuera meses antes su técnico en los 'black cats'. Como buen alumno aventajado, tan solo pasó un año hasta que la FA le otorgara el título de entrenador: la llave para abrir la puerta a una de las mayores gestas de la historia.
El comienzo del camino
"Dicen que Roma no se hizo en un día, pero yo no estaba dirigiendo aquel trabajo", fue una de las frases que retumbaron en una de sus primeras ruedas de prensa en el Derby County (1967). Diez años en Segunda División para un buen equipo venido a menos tocó el orgullo de la afición. Pero Clough ya tenía la llave del éxito.
Su primera temporada al frente del club fue de aprobado bajo. No descendió a Tercera por poco y exigió una serie de fichajes para cambiar el rumbo del club. La directiva, contra todo pronóstico, apostó por él y le concedió los refuerzos que solicitaba. Una buena elección que se premió al final de curso con un ascenso a la First Division (actual Premier League).
A partir de ahí, Clough adquirió un crédito importante en el fútbol inglés. En su primera temporada en la First Division acabó cuarto y dos cursos más tarde acabó conquistándola. Además, de la mano de Clough, el equipo también conquistó una Watney Cup y una Copa Anglo-Escocesa.
Pero todos los idilios tienen un fin y a Brian le llegó por cuenta propia. Cada triunfo significaba más puntos para el equipo y más grandeza para su ego. Su figura fue haciéndose cada vez más grande y nunca tuvo el don de saber parar a tiempo. Durante sus últimos meses no mandaba peticiones a la directiva, sino exigencias. Y el presidente del Derby acabó presionando tanto que a Clough y su inseparable mano derecha, Peter Taylor, no les quedó otra que dimitir.
Ante su marcha, la propia plantilla del equipo pidió por escrito a la directiva que el técnico volviera al club: "Bring Back Clough" (Traed a Clough de vuelta).
Prueba de fuego
Tras una temporada discreta en el Brighton & Hove Albion, Brian Clough recibió la llamada del Leeds United, un equipo al que tachó de "tramposo" en innumerables ocasiones durante su etapa en el Derby.
Su bienvenida, como era de esperar, no fue buena. Los jugadores, en desacuerdo con el técnico, decidieron seguir la filosofía de Don Revie, quien había sido el técnico del club durante los últimos 16 años. Además, la primera frase de Clough al llegar a su nuevo vestuario no ayudó a que los futbolistas se integraran hacia sus ideas futbolísticas: "Podéis tirar todas esas medallas que habéis ganado estos años a la basura. Las ganásteis todas robando".
44 días tardó en llegar su sentencia y finiquito de casi 100.000 libras. Una victoria y dos empates en seis partidos le condenaron. El Leeds, que venía de ganar la anterior edición de Liga, cayó a velocidad de vértigo a los puestos bajos de la tabla. El presidente anunció la destitución del técnico y este hizo las maletas y lapidó al club con una frase que quedará para la historia: "Hoy es un día espantoso para el Leeds United".
La creación celestial
Pocos días después de ser destituido, en enero de 1975, Clough encontró cobijo en un equipo de Segunda División: el Nottingham Forest. Lo cogió en una situación bastante peligrosa y terminó la temporada rozando el descenso, pero, a partir de ahí, todo iría hacia arriba.
Aquel verano, además de traerse a varios de los jugadores que le habían acompañado durante sus anteriores aventuras, Clough también recuperó la relación con Peter Taylor, quien fue su mano derecha durante toda su carrera a excepción del tiempo en el que el técnico se marchó al Leeds. Aquel fichaje provocó una fractura entre ambos que el Nottingham Forest pudo sanar.
La primera temporada completa de la mano con su ayudante Taylor, el equipo logró una meritoria octava posición. Y, en la segunda, el Nottingham por fin regresó a la First Division... categoría que aguardaba para ver con sus propios ojos una de las mayores gestas en la historia del fútbol.
Clough se reforzó con jugadores poco conocidos y de edad avanzada para su primer curso en la élite. Unos futbolistas de segunda línea que acabarían haciéndose un nombre en Europa en tan sólo dos años.
El Nottingham Forest se estrenó por la puerta grande en la First Division (1977). Ganaron la Liga, sacándole siete puntos de ventaja al Liverpool, uno de los equipos que dominaba en Inglaterra por la década de los 70, y también se hicieron contra la Copa... conquistada, curiosamente, ante el mismo Liverpool en una final en Old Trafford ganada por la mínima.
Clough y Taylor llevaron al equipo a la cima de Inglaterra y le clasificaron para la Copa de Europa del próximo año. Además, dejó un registro, el de una temporada invicto en Liga, que sólo el Arsenal de Wenger pudo igualar... casi 30 años más tarde.
Europa, a sus pies
El segundo curso de Brian en First Division con el Nottingham Forest (1978-19) quedó para la eternidad. No logró revalidad el título de Liga, pero sí el de Copa de la Liga. Aunque lo más importante sucedió a nivel internacional.
Brian conquistó la Copa de Europa en su debut continental. La final se disputó en el Olímpico de Múnich y el rival que vio por primera vez coronarse al Nottingham como rey del Viejo Continente fue el Malmö sueco. En el partido sólo se vivió un gol, el de Trevor Francis, un jugador que, pese a ser fichado en febrero, no debutó hasta este propio partido a causa de una lesión. El Nottingham se dejó en él 1 millón de libras (cifra récord que Brian convertió en 999.999 para quitarle presión al jugador) y, gracias a un cabezazo, le dio la primera 'Orejona' al club.
Después del éxito en la Copa de Europa, llegó la Supercopa que ganaron al FC Barcelona y una Intercontinental que rechazó jugar. Al año siguiente (1980), Clough volvió a llevar de la mano a su Nottingham al cielo continental al conquistar, de nuevo, la Copa de Europa. Esta vez, el escenario que le vio coronarse fue el mítico Santiago Bernabéu y el rival que dejó atrás, el Hamburgo alemán.
Ocaso futbolístico y personal
Después de su segunda noche para el recuerdo, Clough no dejó más momentos inolvidables en Europa. Siguió entrenando al Nottingham hasta 1993 y cosechó varios títulos como dos Copas de Liga (1989 y 1990) y dos Full Members Cup (1989 y 1992), pero una serie de problemas personales fueron mermando su carrera... y su vida.
El técnico cambió el fútbol por la bebida y el equipo lo fue notando año tras año. En 1993, tras descender por primera vez bajo su mandato el Nottingham, Clough optó por despedirse del club y retirarse. Su jubilación fue una lucha constante contra el alcoholismo que no acabó ganando.
En 2003 se le diagnosticó un cáncer de hígado que superó gracias a un transplante, pero la enfermedad no desapareció del todo y se le reprodujo, en 2004, en el estómago. Clough no pudo superar ese partido y falleció el 20 de septiembre.
Su funeral estuvo a la altura de su grandeza. 14.000 personas le dieron el último adiós en el Pride Park Stadium, la casa del Derby County. Allí, el mundo del fútbol despidió a uno de los entrenadores más importantes de la historia.
Clough no dejó el legado histórico de Rinus Michels ni Cruyff, ni abogó por el amor sin fecha de caducidad a un club de Sir Alex Ferguson, pero hizo eterno un principio fundamental: este es un deporte en el que siempre ganan los mejores... y el dinero no lo es todo cuando en frente tienes a once personas que aman el fútbol.