El Espanyol rinde visita este jueves a un Ferencvaros en el que, ocho años después de su muerte, sigue retumbando el nombre de Florian Albert, tristemente fallecido en 2011.
El ex futbolista, nacido en Hungría en plena Segunda Guerra Mundial (concretamente el 15 de septiembre de 1941), es el símbolo más grande del equipo magiar por excelencia.
Goleador prolífico donde los haya (tal y como recuerda 'AS', llegó a anotar casi 400 tantos con el club), su legado fue mucho más allá del propio terreno de juego.
Tras colgar las botas, Albert fue de todo en el club de su vida: desde parte de la directiva hasta presidente honorífico.
Una figura imborrable e inigualable para el conjunto de Budapest que también es historia del fútbol mundial.
Y es que allá por 1967 se convirtió en el único jugador húngaro hasta el momento en levantar el codiciado Balón de Oro. Un logro que difícilmente volverá a repetirse.