En Anduva, no hay sentencia que valga. Para ganar, toca sufrir. El Mirandés lo sabe porque es su territorio y, por si el Eibar lo desconocía, ya lo conoce. Su cita de la novena jornada de Segunda División se resolvió con tablas gracias a la garra y fe de unos locales insistentes a los que no les pesó que su rival los mantuviera siempre con la guardia alta.
Y es que los de Gaizka Garitano gozaron de mayor peligro casi de principio a fin. Con menos esfuerzo que los 'jabatos', se personaban en los dominios de Raúl Lizoain con mucha más claridad. El cancerbero trazó una actuación notable que se erigió en el principal motivo por el que los 'armeros' tardaron más de media hora en alimentar su casillero.
Esto sucedió en el 32', cuando Stoichkov, con suerte, remató un balón raso que Oriol Rey no acertó a despejar en la línea de la frontal. Supuso el tanto del empate porque los de Lolo Escobar se habían adelantado pronto también merced a cierta fortuna. Simón remató un caramelo de Íñigo Vicente al primer palo y la bota de Sergio Álvarez, con intención de despejar, confundió a su compañero Cantero, lo que facilitó el gol.
La diana alivió al Eibar, que se vio más suelto para desplegar su más completo maletín de recursos ofensivos. De ahí que, a los cinco minutos, Corpas firmara desde los once metros el tanto de la remontada después de una mano tan clara como involuntaria de Simón previo testarazo de Edu Expósito. El colegiado, para conceder esta pena máxima, hubo de acudir al monitor.
Con el duelo cuesta abajo para los de Gaizka Garitano, la segunda mitad fue testigo de un bajón del Mirandés que precedió a un subidón final. Daba la sensación de que los locales se desinflaban ante un rival mejor que hasta amagó con sentenciar con el 1-3, un bello gol de Edu Expósito, que heló a Letic en el área de un recorte y batió a Lizoain por la escuadra.
Lo que los 'armeros' no anticiparon fue que, en Anduva, no hay sentencia que valga. Lejos de arrojar la toalla, los 'jabatos' se pusieron 'cabezones' y, sin tanta técnica como su contrincante, tiraron de ímpetu y de garra para cubrirse de las aún afiladas acometidas visitantes y poblar la caja de Cantero cada vez que podían.
Esta insistencia facilitó que, alrededor del 70', Esteban Burgos cometiera un penalti que generará polémica en la afición del Eibar. Es cierto que su rodilla impactó con la de un rival, pero también que este se dejó caer. En todo caso, el colegiado entendió que era punible e Íñigo Vicente, desde el punto fatídico, dio alas a los suyos.
Sin nada que perder y con un punto que puede ser clave más adelante en la temporada que ganar, el Mirandés intensificó ese arreón que las gargantas de Anduva espoleaban y encontró premio. Brugui, en el minuto 90, conectó en el primer palo -el primer palo fue el talón de Aquiles del Eibar en Miranda de Ebro- un envío de Riquelme y arrancó un punto que hasta pudieron ser tres tras un añadido de infarto. Al final, tocó firmar el 3-3.