No hace ni un mes que el Leganés asaltó el Bernabéu, contra todo pronóstico, en la vuelta de cuartos de Copa. Al Madrid le valía un empate, lo tenía en su mano, pero los de Garitano sacaron el mazo de la ilusión y coronaron un estadio histórico por primera vez.
Los de blanco quedaron tocados, algunos incluso concluyeron que hundidos. Era otro palo para Zidane y los suyos en una temporada a la que sólo les quedaba la Champions. A pocos kilómetros, Leganés era una fiesta por el pase a semifinales de Copa. El Sevilla esperaba.
La ilusión del 'Lega' fue incalculable, aunque finalmente el Pizjuán dictó sentencia y el Sevilla fue el que se coló en la final copera. Garitano y sus chicos vendieron carísima la derrota, guardando opciones intactas casi hasta el último minuto, pero fue Montella el que encontró su primer gran premio como sevillista.
Fue la enésima demostración de grandeza de un novato en la élite como el Leganés y fue, a su vez, el inicio de la procesión de la hermandad del clavo ardiendo para el Madrid. La Champions, la competición fetiche blanca, aparecía en el horizonte como la única tabla de salvación.
Y el fútbol, siempre cambiante, dejó paso a un Madrid que arrasó Mestalla, aunque una semana después encalló en el campo del Levante. Pazzini volvió a llevar las dudas a un Madrid que, sin embargo, se levantó ante Real Sociedad, golpeó con firmeza al PSG y salió vivo de un encuentro esquizofrénico en el Villamarín.
Este miércoles, en un horario atípico, la cancha del 'Lega' se abre para alimentar los sueños de uno y otro bando. Quieren los locales vencer al Madrid por primera vez en Liga, desean los blancos seguir sumando sensaciones de cara a la vuelta en París. Los sueños se viven en Butarque.