La visita a Turín de este miércoles, en la que el Barcelona tratará de pasar página en relación al 'Clásico', será muy especial para Miralem Pjanic. El bosnio vuelve a la que fue su casa, donde vivió los mejores años de su carrera, pero lo hace sin el protagonismo esperado en su nuevo club.
El balcánico tuvo todo tipo de trabas antes de su incorporación a su nuevo club y las ha pagado con un inicio de temporada en el que apenas está contando para Koeman.
Pjanic se ha acostumbrado al banquillo ante la sistemática preferencia del técnico neerlandés por Frenkie de Jong y Sergio Busquets y el 'Clásico' no fue una excepción. No hubo minutos para Miralem a pesar de que De Jong estuvo irregular y Sergio Busquets cuajó uno de los peores choques ante el Real Madrid que se le recuerdan.
El mediocentro, que fuera intocable en las alineaciones azulgranas durante más de una década, quedó señalado en el tanto de Valverde: no persiguió al charrúa y el 'merengue' castigó la desatención con el 0-1. Además, acumuló pérdida tras pérdida, algo impensable para el Busquets de los mejores tiempos, pero no para este, alejado de su mejor físico.
Ni por esas recurrió Koeman a Pjanic. El técnico sí que acabó retirando al centrocampista, pero descompuso al equipo en una decisión sorprendente, que consistió en retrasar a Coutinho al doble pivote para, en teoría, aumentar el caudal ofensivo del equipo. Los últimos minutos y el 1-3 blanco confirmaron que se equivocó.
Después de su titularidad en la primera jornada de Champions, la única hasta ahora del bosnio, parece quedar claro que Koeman utilizará la competición europea para rotar y dar minutos a hombres como él, casi inéditos en Liga. El retorno a Turín será, por tanto, una doble reválida para el Barça y para un jugador que llegó a la Ciudad Condal en unas extrañas circunstancias, más de índole económica que otra cosa, y que está obligado a demostrar su indudable clase.