Era uno de los partidos del fin de semana y superó todas las expectativas. Pocos respiros se dieron Inter y Juventus en una auténtica batalla por unos tres puntos de oro. Uno era para confirmar y presentar su candidatura al título y otro para decir que sigue siendo el rey italiano.
Ese poderoso rey conquistó otro territorio en el mapa para dar un golpe de autoridad sobre la mesa. Así fue la Juventus, como el caballo de Troya, para meterse en el Giuseppe Meazza y dominarlo.
Porque solo habían pasado cuatro minutos cuando ya se empezaron a salir soldados a la escena. Dybala regresó al once titular y con un potente disparo cruzado batió a Handanovic, fue el aviso para un rival que tuvo mucha pólvora para disparar.
El Inter dijo que había que proteger a ultranza su sitio y De Ligt cometió un error infantil para que Lautaro Martínez contestara con otro golpe desde el punto de penalti. Lanzamiento raso, duro y empate.
Fue un intercambio de golpes durante 90 minutos de dominio alterno, un partido de esos que gusta ver un domingo por la noche para acabar la semana disfrutando del fútbol. Szczesny voló más tarde para evitar el gol del doblete del argentino Lautaro, uno de los gigantes desatados.
Sensi no pudo seguir y en su lugar entró Vecino en una primera parte de intercambios. Cristiano Ronaldo, intermitente, se estrelló con la madera y con el VAR, pues un gol suyo fue anulado por un fuera de juego de Dybala.
La segunda parte también continuó con electricidad y con una multitud de cambios. A la guerra entraron otros con más oxígeno como Higuaín y se retiró Politano, antes habían ya ingresado Bentancur y Emre Can, aunque fue mucho más calmada que la primera.
Con las filas adelantadas y a cara descubierta, el 'Pipita' fusiló a Handanovic con un remate a quemarropa con el que el líder cayó de rodillas. En la vuelta de Lukaku, el belga estuvo eclipsado por Lautaro y acabó pidiendo penalti en una de las últimas acciones cuando fue derribado por Bonucci. Hay cambio en el trono de la Serie A y mucha historia que contar.