El Inter probó en su piel después de siete jornadas el sabor de la derrota. Lo hizo de forma merecida, ante un Atalanta que recobró su mejor versión amparado por su público. El de Spalletti fue un equipo desconocido, también cansado por su compromiso de Champions ante el Barça. El cóctel final dio como resultado un sonoro tropiezo.
Fueron cuatro goles los que anotó el Atalanta, pero pudieron ser más de no ser por Handanovic o por la falta de puntería local. Asamoah la pifió antes del minuto 10 y Hateboer, después de un centro raso de Gosens, no perdonó y puso el 1-0. Fue la avanzadilla de un carrusel de ocasiones a cada cual más clara. Ilicic no tuvo su día y perdonó como nunca.
De milagro, el Inter se fue al descanso con una renta remontable, aunque las sensaciones eran las peores del año. Sin ritmo, sin tensión. Como si la cosa no fuera con él. No obstante, a los 20 segundos de la reanudación, el colegiado señaló un penalti que Icardi mandó a guardar pese a la buena estirada del arquero. Fue un espejismo y así lo demostró el Atalanta.
Superada la hora de juego, el interesante Mancini adquirió protagonismo con el 2-1, su tercer tanto consecutivo en Serie A. Un buen centro lateral fue rematado por el defensa, que demostró que solo había un equipo sobre el campo. La sentencia, ya al borde del 90, la puso Djimsiti tras hacer bueno un error en la marca de Icardi.
Faltaba la guinda, que en este caso le tocó poner al 'Papu' Gómez. Un gol en el añadido que abrochó una goleada que deja al Inter tocado en su carrera por recuperar puntos con la Juventus y el Nápoles. Para colmo, Brozovic se fue a la calle. Malas sensaciones para Spalletti y los suyos, un equipo completamente distinto al que empató con el Barça.