Cuando Messi está contento, su juego es otro. Se vio ante el Rayo. Leo estuvo en casi todas las del Barça, y con el partido en el bolsillo se atrevió a intentar una genialidad imposible.
El marcador mostraba un corto 1-2 a favor de los azulgrana y el minuto 90. El cuarto árbitro acababa de levantar el cartelón. Al Rayo-Barça le quedaban cinco minutos más.
Sobre el campo, Leo Messi maquinaba una maldad. Pedri se había plantado en la frontal, y con esa visión periférica que el dios del fútbol le ha dado, percibió la internada de su capitán en el área.
Casi sin mirar, le dio la pelota. Y comenzó la magia. Leo encaró a Dimitrievski y sin apenas esfuerzo dejó al normacedonio por los suelos. Se fue de él con una facilidad casi insultante.
Catena ya había bajado los brazos. Daba por hecho el gol del argentino. Pero Fran García no. Y Advíncula tampoco. El peruano se puso bajo palos y su compañero, autor del gol rayista, salió a tratar de tapar lo que parecía inevitable.
Y Messi, con una tranquilidad increíble, envidiable, encaró a su segundo obstáculo. Se pasó el balón de la zurda a la diestra y rompió a su rival. Entre él y el gol ya solo estaban Advíncula, el poste y un ángulo de muy pocos grados.
Aún así, Messi probó fortuna. No le quedaba otra. Y su zapatazo con el pie derecho se estrelló en el lateral de la red. Por centímetros no firmó un gol que hubiera dado la tranquilidad al Barça, y que sin duda hubiera pasado a engrosar sus filas de tantos antológicos.
Messi cayó al suelo tras chutar fuera. La cara contra el césped y esa sonrisa pícara de "la que he estado a punto de marcar" cuando se levantó. No estará en su mejor momento, pero el que tuvo, retuvo.
¡Qué BARBARIDAD intentó el @FCBarcelona_es!
— DAZN España (@DAZN_ES) January 27, 2021
Messi y @Pedri. Zipi y Zape. ¡Menuda jugada de videoconsola se inventaron entre los dos! #LasCopasEnDAZN pic.twitter.com/xyHHyEaJHb