Sergi Darder es otro de esos canteranos de adopción del Málaga que pasó de la nada a tirar de las riendas del primer equipo. 67 partidos con seis goles y el timón del primer equipo fueron su bagaje en dos temporadas muy buenas en lo personal. Han pasado casi tres años de aquello. Se fue al Lyon y no hubo opción de regresar. Ahora, con la camiseta del Espanyol, será la primera vez que actúe como rival en La Rosaleda.
La salida fue bastante mala. Con un supuesto lumbago para evitar entrenarse en la pretemporada de la campaña 15-16 y haciendo presión para que el club de Martiricos aceptara una oferta de 12 millones del Olympique de Lyon para disputar con ellos la Champions League. Acabó cediendo el Málaga a sus pretensiones tras una relación que ya venía viciada con la venta de parte de sus derechos a un fondo de inversión venezolano sin el consentimiento del centrocampista.
Fue tanto el ruido que se originó que el jugador balear, algo más de un mes después de abandonar La Rosaleda, emitió un comunicado para justificar su adiós. En él, pidió "perdón a la afición del Málaga". Y atizó pronto: "Guardé silencio y me mantuve al margen, por mucho que otros se empeñasen en filtrar aquello que creían oportuno faltando a la realidad".
Sobre los motivos de su desencanto, señaló directamente al dueño. "No controlé los tiempos del traspaso ni conocía la venta de mis derechos a un inversor. Exigí que me dejaran salir porque me sentía utilizado", escribió Darder, quien también aseguró en esa misiva que en varias ocasiones anteriores el club le había instado a aceptar alguna oferta de venta.
Lecciones de malaguismo
La reacción del Málaga, en otro comunicado, no se hizo esperar. "En una maniobra casi idéntica, en la primera jornada de la temporada 14-15 intentó abandonar en una maniobra casi idéntica. No caben lecciones de malaguismo en quien apenas un año después de su debut quiso marcharse. El club no va a permitir que nadie ponga en duda la honorabilidad de sus propietarios y dirigentes", rezaba.
Dos años y medio después de su marcha, salvo que Quique Sánchez Flores lo quiera dejar en el banquillo, comprobará si las formas de su marcha han quedado en el olvido o si la afición se lo recordará. Es noche de juicio para Darder.