Con Guardiola la casualidad siempre lleva un asterisco. Públicamente, cuando el Liverpool se distanció en la tabla con dos dígitos, levantó bandera blanca y le 'regaló' el título a Klopp. ¿Lógica o estrategia? Porque desde ese momento el City es otro. Es un torrente ofensivo, un equipo al que no le dará tiempo a rehacer el terreno perdido, pero capaz de dar un gran susto al Madrid en Champions.
Ha comenzado una nueva etapa para los 'citizens' en el curso. Con la Champions como gran caramelo y las dos copas inglesas como guarnición, quedan objetivos de sobra paa ilusionarse. Especialmente con la 'Orejona', la gran deuda de Pep en Inglaterra.
Y a ella, aunque ante el Madrid, acudirá con ambición, colmillo y dos tipos tocados por la varita. Uno de ellos un Kun Agüero que es cada vez más legendario en la Premier. Con su triplete superó a Thierry Henry para colarse entre los máximos anotadores históricos del torneo igualando a Frank Lampard. 177 tantos. Que solo tenga por delante a Andy Cole (187), Rooney (208) y Shearer (260) son palabras mayores.
Agüero está realmente hambriento. Su predisposición a marcar fue sanguinaria con cero, uno, dos y tres goles en su casillero. Otra tarde histórica.
Junto al argentino, un futbolista delicioso como Kevin de Bruyne. Del belga hay que contar con que cada temporada las lesiones le dejen seco en varios periodos. Pero también una racha en la que se convierte en el señor de las asistencias y en la que somete a sus rivales con el dulce veneno de pases magistrales. El que le regaló a Gabriel Jesus fue pitagórico; antes había asistido al Kun. Y el resto del encuentro se lo pasó lanzando ataques a velocidad de vértigo. Hasta que Guardiola lo reservó.
La historia del choque fue la de una bestia liberada en el primer tiempo. El Aston Villa, asustadizo y timorato, se metió en la cueva desde el pitido inicial. Pero la cueva cayó al suelo a base de mazazos. Cinco tiros y cuatro goles en 45 minutos del City jugueteando en Villa Park. A la media hora ya había un buen puñado de seguidores que se había ido a casa.
Sucede con estos partidos decididos tan pronto que las segundas partes acaban siendo simulacros. Tras los vestuarios, salían a jugar el honor y el hambre. Y ganó la ambición al maquillaje. La apisonadora celeste no ahorró gasolina. El quinto de Agüero llegó a la tercera contra clara.
Pep, ahora sí, empezó a quitar alfiles y torres para cuidar a su equipo, que sigue jugando con una defensa improvisada. Pero dejó a la reina sobre el campo. Agüero, insaciable, y Gabriel Jesus, para completar el trío de dobletes, porfiaron otra más.
Cancelo, animado a tirar misiles ante Nyland, rozó la media docena. Pero llegó otro triplete brutal de Agüero, esta vez con regalo imperdonable de Hause. Justo después de que en un minuto Gabriel Jesus dilapidara dos tiros para el doblete.
El Aston Villa, de nuevo en plaza de descenso, registró un encefalograma plano de 90 minutos con apenas un par de pinceladas de Grealish, el nuevo capricho del City. Drinkwater, en su primer día como villano, sesteó en la acción del 0-2 de un Mahrez al que en el 0-1 le habían tendido una alfombra roja para anotar.
Pero es que no era día para domar a Agüero. Ni a De Bruyne. Ni a Grabiel Jesus. En general, no fue un buen día para salir a cazar ciclones. El colegiado se apiadó el Villa con solo un minuto de añadido, pero en ese tiempo llegó un penalti de Gündogan a Trezeguet que El-Ghazi transformó y no celebró por vergüenza el único respiro entre tanta tortura.