El Leganés jugó el pasado curso sin extremos. Y esta campaña la inició igual. Aguirre detectó esa carencia desde el primer día y pidió refuerzos, sobre todo tras las bajas que causó el mercado invernal a su delantera.
Y el Leganés fichó a Bryan Gil, lo que permitió a Aguirre volver a dar minutos a Aitor Ruibal, quien había pasado a un segundo plano por culpa del dibujo táctico.
Este cambio de esquema de juego no termina de dar sus frutos, pero al menos está permitiendo ver a un Leganés que al menos ya tiene otras alternativas en ataque.
Aguirre ha resucitado la figura de los extremos, cambiando a un esquema con el que luchar a brazo partido por lograr la salvación.