El Liverpool comenzó el partido como se esperaba, apretando con un ritmo infernal a los Wolves. El conjunto 'red' quería aprovechar el factor Anfield y Salah tuvo la primera nada más comenzar el encuentro, aunque no encontro portería.
Con el paso de los minutos, el dominio de la pelota fue cambiando de un equipo a otro hasta la media hora de encuentro. Los de Klopp comenzaron a controlar el encuentro y todo el peligro llegó por la banda de un Trent Alexander-Arnold que estuvo bien anulado, en la medida de lo posible, por Ruben Vinagre.
Los Wolves vivieron los peores minutos de partido y llegó el momento que no querían, el gol de los locales. Tras una revisión de VAR de tres minutos, el gol de Sadio Mané subio al marcador. El senegalés aprovechó un balón que le dejó solo delante de Rui Patricio y no falló.
Aun así, los de Nuno tuvieron el empate en su poder, pero el VAR les iba a quitar la ilusión en el añadido de la primera mitad. El gol de Neto no se consideró como tanto legal y los ánimos se caldearon antes del descanso.
Tras la reanudación, el Liverpool tuvo que achicar agua ante unos Wolves que asediaron, mediante las ocasiones de Diogo Jota, durante unos minutos la portería de Alisson, aunque sin fortuna. Con el paso de los minutos el partido siguió los mismos derroteros que en la primera parte y ninguno fue capaz de anotar.
Los últimos diez minutos del duelo fueron de asedio constante por de los Wolves, pero el 1-0 campeó en el marcador hasta el pitido final. Con este encuentro, el Liverpool se mantienen a 13 puntos del Leicester, a falta del partido aplazado, y los de Nuno se marchan con un sabor agridulce pero habiendo competido ante los dos mejores equipos de la Liga Inglesa en solo unos días.