Fue un partido entretenido en el que ambos equipos dispusieron de las suficientes ocasiones como para ganar. Finalmente venció el que tuvo más mordiente en ataque y más pulmones para aguantar un choque vibrante.
Memphis Depay fue el primero en perforar la portería contraria. El internacional holandés aprovechó un centro medido de Cornet al segundo palo para empujarla y firmar su décimo tanto de la temporada.
Pero el Girondins, situado en tierra de nadie pero con la capacidad de dar un susto a los más poderosos, le dio la vuelta al marcador. Lo hizo con una presión alta y con acierto en los metros finales.
En apenas cuatro minutos el Girondins quiso la victoria. Primero con un gol de Briand y después con otro de De Préville, precisamente con la asistencia del anterior goleador del choque.
Con el Saint-Ètienne rondando la tercera posición, los de Bruno Génésio, que está viviendo sus últimos partidos en el banquillo del Lyon, fueron a darle la vuelta a un marcador que al final les acabó sonriendo.
Lo hizo, además, con polémica. Primero empató Cornet tras una buena asistencia de Fekir. Y después estuvo a punto de hacerlo Dembélé en una de las jugadas más extrañas del partido. El que a la postre fuese el héroe del partido metió, pero el linier se lo anuló por fuera de juego confirmado por el VAR.
Sin embargo, en esa misma jugada y tras unas palabras hacia el linier, Jovanovic fue expulsado con roja directa, dejando al Girondins con un hombre menos. Acabó pagándolo caro, pues otra vez apareció Dembélé para firmar un 2-3 que deja al cuadro de Lyon a tres puntos de la segunda posición.